Científicos europeos han conseguido que dos comunidades, una de peces y otra de abejas, separadas entre sí 700 kilómetros, coordinen sus comportamientos inducidas por robots. Esta tecnología podría ser útil para la gestión medioambiental.
Un equipo de investigadores de cinco universidades europeas ha logrado que un grupo de abejas en Austria se comunique con otro de peces en Suiza. A través de unos robots, las dos especies transmitieron señales una a la otra y, con el tiempo, coordinaron sus decisiones.
El experimento forma parte de un proyecto de investigación a nivel europeo: el proyecto ASSISIbf, de las siglas en inglés “Animal and robot Societies Self-organise and Integrate by Social Interaction (bees and fish)”. Su principal objetivo es establecer una sociedad robótica que sea capaz de desarrollar por sí sola canales de comunicación para sociedades animales de abejas y peces a través de algoritmos evolutivos.
Los algoritmos evolutivos, como parte de la Inteligencia Artificial (IA), son métodos de optimización y búsqueda de soluciones basados en los postulados de la evolución biológica. En este caso, los robots se adaptan mediante estos algoritmos hasta que aprenden a interactuar con los animales de la forma deseada. Esta nueva tecnología pretende sentar nuevas bases sobre la forma en que los humanos interfieren con las sociedades animales para gestionar el medio ambiente.
El proyecto reúne a ingenieros de la Escuela politécnica federal de Lausana o EPFL (Suiza), y de las Universidades de Lisboa (Portugal), Karl-Franzens de Graz (Austria), Diderot (Francia) y la de Zagreb (Croacia).
Robots infiltrados
Los investigadores suizos del Mobile Robots Group (MOBOTS) de la EPFL han diseñado robots que pueden mezclarse en grupos de animales e influir en su comportamiento. Han probado sus robots en comunidades de cucarachas, polluelos y, más recientemente, peces. Uno de estos robots "espía" pudo infiltrarse en un banco de peces en un acuario circular y hacer que nadaran en una dirección determinada.
Para este estudio, los ingenieros fueron un paso más allá, conectando el robot y el banco de peces con una colonia de abejas en un laboratorio en la Universidad Karl-Franzens de Graz, en Austria. Allí, las abejas viven en una plataforma con dispositivos a cada lado y, de forma natural, suelen pulular alrededor de ellos.
"Creamos un puente sin precedentes entre las dos comunidades de animales, permitiéndoles intercambiar algunas de sus dinámicas", explica en un comunicado Frank Bonnet, investigador del MOBOT.