La fiscalía penal de La Plata pidió este martes a la justicia mendocina el traslado a la capital bonaerense del sacerdote Nicola Corradi, condenado a 42 años de prisión por abusos sexuales y corrupción de menores cometidos en el Instituto Próvolo de Mendoza, para que sea indagado por varios casos de abusos sexuales a hipoacúsicos internados en el Instituto Próvolo platense, informó una fuente judicial.
En el marco de la investigación iniciada a fines de 2016 en la fiscalía de La Plata, Corradi quedó imputado de los delitos de "abuso sexual simple agravado por su condición de ministro del culto católico y encargado de la guarda por el grave daño en la salud de la víctima y reiterado cuando menos en 3 hechos; y abuso sexual con acceso carnal agravado reiterado por lo menos 5 hechos en su calidad de partícipe necesario".
"Esta mañana la fiscal de la causa, Cecilia Corfield pidió a la justicia de Mendoza que disponga el traslado de Corradi a La Plata para ser indagado, teniendo en cuenta que ya lo había solicitado meses atrás y en esa oportunidad se le pidió que aguardara a la finalización del juicio, lo que ocurrió ayer", confirmó a Télam una fuente judicial.
En la investigación de la fiscalía platense también está imputado otro sacerdote, Eliseo Pirmati, que vive en un asilo italiano, país que pidió se ampliara el pedido de extradición solicitado, por lo que la fiscal Corfield pidió también hoy al juez de Garantías platense, Eduardo Silva Pelossi que concretara esa ampliación que destrabaría la extradición de ese religioso.
Según la investigación de Corfield, en los hechos de abuso sexual ocurridos en el Próvolo ubicado en las calles 47 y 25 de La Plata, donde Corradi fue la máxima autoridad entre los años 1970 y 1997, hubo una "inusitada violencia desplegada para su comisión que nada la distingue de la aplicación de tormentos e imposición de torturas".
Una de las víctimas hipoacúsicas, que estuvo internada en el Próvolo de La Plata desde sus 10 a sus 15 años, relató ante la fiscal que al llegar al instituto fue sometido a servidumbre por ambos sacerdotes y por dos monjas a quien sólo pudo identificar como Leticia y Juana, quienes lo golpeaban con un palo y que "Nicola Corradi, abusando de su condición de religioso y de encargado de la educación y de la guarda, abusó sexualmente en varias oportunidades de él, acariciando sus partes genitales".
"En numerosas ocasiones, el nombrado Corradi lo conducía a la planta alta del edificio, precisamente a la esquina de 47 y 25 en donde se encontraba su habitación, y lo obligaba a dormir junto con él en su cama de pequeñas dimensiones, en donde el niño agobiado por la explotación a la que era sometido, se dormía profundamente, desconociendo o no poseyendo registro de lo que durante las noches ocurría", consta en la investigación.