Un comité ha elaborado una publicación para detectar los fallos en la gestión de la pandemia en el mundo y saber qué corregir para estar preparados en un futuro, en caso de que se produjera una nueva. La conclusión es que tanto la OMS como los países fallaron.
"La pandemia de la COVID-19 es un signo de lo vulnerable y frágil que es nuestro mundo". Así comienza el informe elaborado por el Panel Independiente de Preparación y Respuesta a Pandemias, el comité responsable de evaluar la gestión de la pandemia y la respuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Está formado por expertos que durante ocho meses han analizado los posibles fallos a nivel nacional e internacional.
El título de la publicación es claro: "COVID-19. Hagámosla la última pandemia". Este trabajo le fue encomendado por la OMS, que a la vez recibió instrucciones para ello de sus Estados miembros, alarmados a mediados del año pasado por la velocidad a la que se agravaba la pandemia y las sospechas de que esta entidad no había actuado correctamente en su fase inicial.
Su principal conclusión es que globalmente el mundo demostró que no había aprendido nada de crisis pasadas y que la tragedia sanitaria, económica y social causada por la COVID-19 pudo haberse evitado.
El documento señala que el sistema que el mundo tenía para afrontar pandemias es inservible y debe ser reformado para afrontar la próxima que llegue, pero los países también han sido responsables de la situación actual cuando prefirieron "esperar a ver lo que pasaba" en los primeros meses, sin tomar las medidas que hubiesen frenado el coronavirus.
Sobre la declaración de la pandemia, con los primeros casos detectados en China entre diciembre de 2019 y enero de 2020, el informe dice: "Febrero fue un mes perdido con la oportunidad de contener el brote, a pesar de que las pruebas de contagios a escala global eran aparentes".
El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declaraba el inicio del estado de alarma en toda España el 13 de marzo de 2020, que terminaba hace tan solo unos días. La publicación también destaca que, mientras los datos se mantuvieron bajos en países que reconocieron de manera temprana la amenaza del coronavirus, otros devaluaron las evidencias científicas y construyeron estrategias poco efectivas, lo que les llevó a una tasa de infección alta, muchas muertes y poca confianza en su gestión.
La OMS tardó en actuar, pero le faltan "poderes"
El panel, que copresiden la exmandataria de Liberia, Ellen Johnson Sirleaf, y la exprimera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark, encontró que hubo una responsabilidad compartida y que evitar que situaciones tan graves se repitan requerirá una gran reforma internacional en la que los países deben comprometer recursos y voluntad política.
"El tiempo transcurrido desde la notificación de un grupo de casos de neumonía de origen desconocido a mediados de diciembre hasta la declaración de una Emergencia de Salud Pública Internacional (30 de enero de 2020) fue demasiado largo", sostiene el panel en el informe. Clark sostiene que la emergencia global pudo haber sido declarada ya el 22 de enero, tras la primera reunión del Comité de Emergencia de la OMS, que valora la gravedad de una amenaza sanitaria y recomienda si debe ser considerada una emergencia internacional, y no esperar a que este mismo grupo se reuniera un segunda vez.
Sin embargo, si la OMS no actuó en ciertos momentos como debía fue porque no cuenta con los poderes que se requieren en una situación de tal gravedad, concluyó el Panel. “La OMS debe tener los poderes necesarios para investigar brotes que preocupen, de forma rápida y con garantías de que tendrá acceso, y disponer de la capacidad de publicar información sin esperar a la autorización del Estado miembro", explicó Clark en la presentación del informe. "Sensibilidades sobre soberanía no deben provocar demoras a la hora de alertar al mundo sobre la amenaza de un nuevo patógeno con potencial pandémico", agregó.
La responsabilidad de los países para frenar el virus
Los países también tuvieron una gran parte de responsabilidad en la descontrolada propagación del coronavirus, conforme a las conclusiones del Panel. Clark recordó que la mayoría de gobiernos optaron por “esperar a ver lo que pasaba y no fue hasta que empezaron a ver que las unidades de cuidados intensivos se llenaban que empezaron a actuar, pero ya era demasiado tarde”.
"Hubo países que subestimaron el valor de la ciencia, negaron la gravedad de la enfermedad y tardaron en responder, lo que tuvo consecuencias nefastas", añadió la copresidenta del Panel, cuya creación se produjo en medio del recelo que Estados Unidos había instigado contra la OMS.
Las acusaciones de Donald Trump
La Administración de Donald Trump acusaba a la OMS de haber encubierto la tardanza con la que China informó de los primeros casos de coronavirus, así como de haber gestionado mal la crisis, mientras en su país negaba la gravedad del mismo y despreciaba la utilización de mascarillas. Estados Unidos ha registrado 576.000 muertes por COVID-19 y 32,3 millones de casos, las cifras más altas del mundo en ambas categorías.
Clark consideró que las reformas y nuevas reglas que se adopten para afrontar futuras pandemias deben abordar de una forma particular las infecciones respiratorias transmisibles fácilmente de persona a persona. Sobre las medidas de prevención, reconoció que si las restricciones de viaje se hubieran impuesto más rápido y de forma más extensa, la propagación del virus se hubiese reducido.
El Reglamento Sanitario Internacional, que regula la actuación de los países en situaciones de crisis sanitaria, desalienta las restricciones de viajes, pero la exprimera ministra Clark dijo que hay que aceptar que en la actualidad "las enfermedades viajan en avión y no en burros".