Según AmCham, el nuevo esquema responde a desequilibrios comerciales y restricciones impuestas por Argentina.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el pasado 2 de abril una Orden Ejecutiva que establece aranceles adicionales a las importaciones de todos los países, incluida Argentina.
La medida se implementará en dos etapas: aranceles básicos desde el 5 de abril y aranceles recíprocos desde el 9. Argentina fue incluida en el esquema de arancel básico, con una alícuota del 10% que se suma a los tributos vigentes. Así, productos que ingresaban con una tasa del 4,6% ahora tributarán un 14,6%.
Según AmCham, el nuevo esquema responde a desequilibrios comerciales y restricciones impuestas por Argentina. El informe de la USTR enumera obstáculos como:
Altos aranceles promedio del 13,4%, con picos del 31,8%.
Impuestos anticipados que encarecen importaciones.
Restricciones cambiarias y pagos al exterior.
Prohibiciones a bienes usados como maquinaria o equipos médicos.
Barreras a los servicios y requisitos sanitarios complejos.
Falta de protección a la propiedad intelectual.
"Si EE.UU. impone más aranceles, China los ignorará", indicó el organismo, y advirtió que si se afectan intereses fundamentales del país, Pekín tomará "contramedidas firmes" y "luchará hasta el final".
Quedan exentos productos como donaciones, obras de arte, acero, aluminio, farmacéuticos y semiconductores.
La orden abre una instancia de diálogo bajo el TIFA (Acuerdo Marco de Comercio e Inversiones). Si Argentina elimina trabas y se alinea con los intereses estratégicos de EE.UU., podría lograr reducciones arancelarias o incluso un arancel cero.
Para los empresarios, el impacto inmediato es limitado, pero el reto será político y estratégico: negociar mejores condiciones y modernizar la estructura comercial argentina.