El público y las empresas solicitan cada día menos pesos. Es una señal de alerta para los planes de la autoridad monetaria y para el Tesoro. Hay $2,2 billones en plazos fijos en pesos.
Está claro que el exceso de pesos, desde la cuarentena en marzo, se fue transformando, transitoriamente, en depósitos, con el consiguiente correlato de Pases y Leliq, y luego de menor a mayor, se fue escurriendo hacia el mercado cambiario. De esta manera la oferta excedente de dinero fue el espejo de la suba de los tipos de cambio informales y por ende de la brecha, ante el mantenimiento del ritmo de micro devaluaciones del BCRA (crawling peg) del 2,6% promedio mensual, en línea con la inflación. Por eso no extraña el comportamiento que vino evidenciando el mercado cambiario y la demanda privada de dólares. Lo que detonó las últimas medidas restrictivas del BCRA.
Ahora bien, la caída de la demanda de dinero es sin duda el semáforo amarillo. Al principio de la pandemia la demanda de dinero, en billetes y monedas y en depósitos transaccionales, creció ante la menor velocidad del dinero producto de las restricciones pero ahora la mayor movilidad y opciones de consumo, antes vedadas, provocan un aumento de la velocidad. La gente demandó dinero para sus transacciones y por precaución. Ahora ya empezó a reducir su apetito por pesos. Es lo que se viene viendo en las últimas semanas. En setiembre se está registrando la segunda caída consecutiva del stock de billetes y monedas en poder del público. Lo mismo ocurre por el lado de los depósitos privados en caja de ahorro en pesos. Otro tanto pasa con los depósitos privados en cuenta corriente. Solo los plazos fijos privados en pesos, no ajustables, siguen creciendo, pero también a un menor ritmo, casi la mitad de los niveles de mediados de año (en lo que va de setiembre crecen al 6,4%). Al observar los depósitos privados totales en pesos es insoslayable el agotamiento: pasaron de crecer del 7% meses atrás a un 1,4% en lo que va de setiembre. Claro que detrás de todo esto está el creciente nivel de desconfianza de ahorristas e inversores que lo manifiestan diariamente desprendiéndose de los pesos sobrantes.