Cerca de 70 pacientes participan por año del taller organizado por la Fundación Donde Quiero Estar.
Casi junto con el alta de su internación, Keila lanzó la película “Mi última quimio”. Un corto animado, pensado totalmente por ella, y con una secuencia de tres imágenes sobre un mismo nene: primero, rapado; después, con algunos mechones en crecimiento; y, por último, con la cabeza repleta de rulos.
Esta obra -junto con “La tina de ketchup”, la historia de unas papas fritas que juegan en un pote de salsa de tomate hasta que una patita de pollo las reta- fueron seleccionadas para el Festival Internacional de Cine Cartón y de Animación Latinoamericana. “Presentaron los dos cortos en el Teatro San Martín de Buenos Aires. Fue una emoción enorme para ella verlos en la pantalla de cine. Le impactó muchísimo”, cuenta Sabrina, su mamá.
En el Hospital de niños Ricardo Gutiérrez, un grupo de voluntarios realiza talleres de animación y sesiones de reflexología.
En ese momento, Keila tenía 11 años y había sido operada de un tumor alojado sobre el cerebelo -ya cumplió 13 y ahora está enfocada en la recuperación y los controles preventivos. “Crear las películas le permitía salir mentalmente de las cuatro paredes del hospital, pensar en otra cosa. Cuando la veía caída, le proponía que dibujara un cuento y eso la predisponía de otra manera. Muchos de sus relatos tienen humor o, como “La Tina”, tratan sobre lo que extrañaba -en ese caso, las papas fritas”, completa Sabrina.
Como Keila, cerca de 70 chicos por año participan del taller de animación digital -consiste en crear cortometrajes a partir de secuencias de imágenes ideadas por ellos o que llevan los coordinadores- y las sesiones de reflexología que organizan la Fundación “Donde quiero estar” en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, de la Ciudad de Buenos Aires.
“Desde 2015, conocimos a más de 190 niños que realizaron 240 cortos”, resume Delfina Grenno, licenciada en imagen y sonido y una de las propulsoras de esta iniciativa.
“Ellos están encarando una situación nueva en sus vidas y nuestra idea es que puedan transcurrirla de la mejor manera posible. Sabemos que lo lúdico y lo artístico tienen muchos beneficios. Además, brindan la posibilidad de tejer una red y que sepan que no son los únicos que están atravesando un diagnóstico de cáncer”, dice Grenno.
La apuesta, dice Delfina, “es de hormiguita”. “Algunos se enganchan enseguida y a otros les cuesta. Una de las satisfacciones frecuentes para nosotras es cuando un nene se entera que lo vuelven a internar y le dice a los médicos o a sus papás que no importa, porque va a poder a hacer una nueva peli”, agrega.
"Que los chicos transcurran su tratamiento como chicos", la idea de esta actividad.
Para Michelle, de diez años, el día y la hora del taller de animación también son una cita esperada. “Llegamos a Buenos Aires hace cuatro meses para tratar el tumor en su pierna, no tenemos amigos ni familia acá y esa es su oportunidad de distracción. El resto del tiempo es medicina y medicina”, resume Giovanna, su mamá.
Los cortos creados por los chicos participan en festivales de animación.
“Buscamos que puedan transcurrir esta instancia "como chicos" y que el juego esté incorporado en el proceso. Es parte de una idea más amplia de la curación y que tiene como foco que queden las menores secuelas, tanto físicas como emocionales. El 70 por ciento de los casos de cáncer infantil se cura. Al mismo tiempo, los tratamientos suelen requerir más internación”, sintetiza la doctora Mercedes García Lombardi, oncóloga pediátrica y jefa del servicio de oncología del Hospital de niños Ricardo Gutiérrez.
Sobre el taller de animación, García Lombardi recalca que “se trata de un trabajo en equipo, con continuidad y que está a cargo de voluntarias formadas y supervisadas”.
Si influye el buen ánimo en la recuperación, “hace 35 años que me dedicó a esta especialidad y sé que lo emocional tiene un impacto fundamental para cualquier persona. Pero es algo inconmensurable”, concluye.
La Fundación "Donde Quiero Estar" fue fundada por Vicky Viel Temperley. Participa en 17 hospitales públicos y busca un mayor bienestar de los pacientes durante los tratamientos oncológicos.