Tras ser capturado el 6 de abril de 1781, junto a su esposa Micaela Bastidas, Túpac Amaru II fue llevado al Cusco encadenado y montado en una mula.
A Túpac Amaru lo atan a las cinchas de cuatro caballos, de pies y manos, con vista al cielo. Los jinetes tiran hacia los cuatro puntos cardinales, pero Túpac Amaru no puede ser descuartizado.
Lo tienen en el aire, como un aspa en movimiento, de un lado a otro, pero su cuerpo no cede. Al mediar el día, mientras empujan los caballos y sin lograr arrancar sus partes, el visitador Areche ordena que lo decapiten y descuarticen. Su cabeza y extremidades fueron llevadas a diversos pueblos, en señal de advertencia. Túpac Amaru II se convirtió en símbolo de libertad.