El último balance oficial difundido en la madrugada del sábado dio a conocer nuevas cifras. El Cuerpo de Bomberos informó: "Tenemos nueve fallecidos. Nuestros datos indican que hay cerca de 300 desaparecidos". El balance anterior era de siete muertos y 150 desaparecidos.
Contra reloj, equipos de rescate trabajan sin pausa para hallar a unas 300 personas que continuaban desaparecidas luego de la ruptura de un dique de contención de residuos de una mina de la compañía Vale, en Brumadinho (estado de Minas Gerais), que derramó millones de metros cúbicos de agua y barro potencialmente tóxico sobre la región. Murieron por lo menos nueve personas y fueron evacuados varios pueblos vecinos. El gobierno estadual advirtió que hay "mínimas posibilidades" de encontrar gente con vida.
El último balance oficial difundido en la madrugada del sábado dio a conocer nuevas cifras. El Cuerpo de Bomberos informó: "Tenemos nueve fallecidos. Nuestros datos indican que hay cerca de 300 desaparecidos". El balance anterior era de siete muertos y 150 desaparecidos.
"Vamos a tomar todas las medidas posibles para minimizar el sufrimiento de familiares y de las posibles víctimas, así como la cuestión ambiental", resaltó el presidente Jair Bolsonaro.
De inmediato, el mandatario montó un gabinete de crisis, ordenó el despliegue de militares en la zona para ayudar en las labores de salvamento y control de daños. Bolsonaro viajaría hoy al lugar para analizar la gravedad de la situación originada en la mina de hierro Córrego do Feijão, 10 kilómetros al este de Brumadinho y 65 kilómetros al sudoeste de Belo Horizonte, la capital del estado.
El accidente ocurrió tres años después de que otra represa de contención de la misma Vale -la mayor empresa minera de Brasil- se rompiera en la localidad de Mariana, también en Minas Gerais. Entonces, 50 millones de metros cúbicos de desechos se vertieron sobre el río Dulce, provocaron 19 muertes y contaminaron un amplio territorio en Minas Gerais y Espírito Santo; fue la peor catástrofe ambiental del país. Aunque el dique siniestrado tenía un volumen menor, la avalancha de lodo desbordó otras dos represas y se esparcieron sobre el río Paraopeba unos 13 millones de m3 de residuos minerales.
El torrente de agua y lodo arrasó con todo a su paso; cubrió casas en las márgenes del río y dejó a cientos de pobladores aislados.
Sin embargo, el mayor impacto lo sufrió el centro administrativo del complejo minero, donde en el momento del accidente había 427 trabajadores. La mayoría almorzaba en el restaurante del sitio y fueron sorprendidos por el torrente de lodo; según las primeras informaciones, no sonaron las sirenas de alarma.
En una conferencia de prensa, el presidente de Vale, Fabio Schvartsman, destacó que 279 empleados habían sido rescatados, e indicó que la represa rota estaba inactiva, no recibía desechos minerales desde hacía tres años y, por lo tanto, el potencial contaminante sería menor. Además, dijo que había sido inspeccionada por última vez el 10 de enero.
"Esta vez es una tragedia humana porque estamos hablando de una cantidad grande de víctimas. Posiblemente el daño ambiental sea menor", dijo el ejecutivo, que asumió su cargo en 2017 con el lema "Mariana nunca más".
Entre los pobladores de las localidades cercanas a Brumadinho -donde viven más de 1000 personas- había por lo menos un centenar de desaparecidos, sin que las autoridades tuvieran una cifra exacta. Hasta anoche, equipos de Defensa Civil y de bomberos -que trabajaron con helicópteros- habían hallado siete cuerpos sin vida, confirmó en un comunicado el gobernador Romeu Zema. Nueve personas heridas fueron retiradas del lodo e internadas en el Hospital João XXIII, de Belo Horizonte; se encontraban estables.
No bien se supo la noticia de la rotura de la represa, las autoridades de los pueblos cercanos dieron la orden de evacuación; fue evacuado y cerrado el parque del Instituto Inhotim, un reconocido jardín botánico-museo de arte contemporáneo en las afueras de Brumadinho. Se montaron refugios en la ciudad y un centro de comando en una universidad local.
La avalancha, que en su camino derribó casas, puentes y torres de energía, dejó sin electricidad a gran parte de las zonas aledañas. Por precaución, la Agencia Nacional de Aguas envió camiones cisterna para abastecer de agua potable a la región, ante la posibilidad de que las napas subterráneas quedaran contaminadas por subproductos de metales pesados.
"Accionamos el gabinete de crisis en Brasilia, nos quedaremos al tanto ahí 24 horas por día para prestar información a la población y recoger datos también para minimizar más esta tragedia que, después de Mariana, no esperábamos que sucediera porque debería haber servido de alerta", resaltó anoche Bolsonaro a la radio regional de Brumadinho.
Por órdenes del presidente, hoy mismo se trasladaron a la zona del desastre sus ministros de Desarrollo Regional, Minas y Energía, y Medio Ambiente. Su flamante gobierno -cuestionado estos días por sospechas de ilícitos cometidos por el hijo mayor del mandatario- no quería ser visto como vacilante y lento, como sucedió con la administración de Dilma Rousseff al reaccionar al accidente de Mariana, en noviembre de 2015.
Desde 2011, grupos ambientalistas alertaban sobre el mal estado de las represas de desechos mineros en Brasil. "Es inadmisible que, poco tiempo después del accidente de Mariana, tengamos este accidente en la misma región, con la misma empresa, con el mismo tipo de operación. Es fundamental que el gobierno federal abra la caja negra de la minería para la tranquilidad y la seguridad de la gente que vive cerca de estas represas de residuos mineros", exigió el director de campañas de Greenpeace en Brasil, Nilo D"Avila.
En la entrevista a la radio de Brumadinho, Bolsonaro se refirió al tema. "La cuestión de la minería... yo no quiero comenzar a culpar a otros por lo que está sucediendo, pero algo errado se ha hecho a lo largo de estos tiempos", apuntó el mandatario, que pasado mañana debería someterse a una cirugía para que se le retire la bolsa de colostomía que se le colocó en el intestino luego del atentado que sufrió durante la campaña electoral, en septiembre. Estaría unos 10 días en recuperación.
También el vicepresidente Hamilton Mourão intentó distanciar a la actual administración pública del accidente. "Esa cuenta no puede venir para nosotros, para nuestro gobierno, porque asumimos hace 30 días. Vale es una empresa privada; hay que investigar qué sucedió", apuntó.
Con la noticia de la nueva tragedia, el precio de las acciones de Vale cayeron un 8% en la bolsa de Nueva York; por ser feriado en San Pablo, la mayor Bolsa brasileña no operó hoy.