Un sencillo método para mejorar la salud y posibilitar estados sutiles de conciencia.
Una de las cosas que la presente crisis viral global ha enfatizado es la importancia central de la respiración. Esto es algo que debería ser evidente, pero hasta hace poco la respiración era, en comparación con la dieta, el ejercicio y el sueño, un elemento subestimado en las recomendaciones generales de un régimen de salud. Sólo hasta hace relativamente poco, la ciencia alcanza la sabiduría tradicional de disciplinas como el yoga y empieza a entender que la respiración es determinante en el estado de salud del ser humano, cualquiera, no sólo en los que padecen condiciones respiratorias patológicas. Más aún, la respiración tiene un lugar especial, pues es la bisagra que, por así decirlo, regula el sistema nervioso y tiene la cualidad única de que puede considerarse por igual una función autonómica y una función que puede controlarse voluntariamente (no podemos, por ejemplo, decidir modificar el trabajo de nuestro hígado o corazón más que indirectamente, y generalmente a través de la respiración, el ejercicio o el alimento).
A la par que se enseña a respirar a las personas que sufren o quieren prevenir el contagio de covid-19, vemos una tendencia a usar la respiración para mejorar la salud y el desempeño atlético y cognitivo. Una de las personas que lideran este campo es Patrick McKeown, entrenador formado en el método Buteyko y creador del programa Oxygen Advantage, en donde aplica métodos tradicionales de respiración al conocimiento científico (bioquímico) de la respiración.
McKeown ha resumido su conocimiento sobre las bases de una buena respiración en un acrónimo sencillo y sin duda fácil de recordar: LSD, abreviatura para las palabras en inglés light, slow y deep, esto es, ligera, lenta y profunda. Si con una traducción quisiéramos conservar el juego de palabras, en español podríamos entender este LSD de la siguiente manera: lenta, suave y diafragmática. Cabe mencionar, al margen, que este tipo de respiración debe realizarse siempre por la nariz.
Lento tiene que ver con permitir que el aire se quede más tiempo en los pulmones y pueda bajar hasta el abdomen desde donde suscita el siguiente ciclo respiratorio. Suave (o lightness) tiene que ver con que respirar fuerte o pesado expele demasiado dióxido de carbono (CO2), el cual es necesario para transportar el oxígeno a lo largo del cuerpo; en este sentido, es importante respirar sin hacer mucho esfuerzo, dejando que el proceso se lleve a cabo naturalmente. Diafragmática (o profundamente, deep) se refiere a emplear el músculo del diafragma, central para la respiración, el cual muchas personas no usan comúnmente debido a malos hábitos como respirar por la boca, llevar una vida sedentaria, fumar y otros. Esta respiración profunda es el resultado natural de respirar suave y lentamente.
El primer beneficio de esta manera de respirar es la disminución del estrés y el aquietamiento de la mente. Cuando una persona puede bajar el ritmo de su respiración entonces son posibles los estados que por milenios yogis han explorado usando fundamentalmente la facultad de la atención y la respiración. Particularmente los estados de samadhi (o concentración) son posibles solamente cuando una persona no respira mucho y a la vez no siente estrés o hambre de aire. Esta es la quietud que se describe en los textos clásicos.
En cierta manera, la respiración es el LSD o la sustancia psicodélica natural por antonomasia, pues es lo que manifiesta directamente la mente y es capaz de generar estados de percepción sutil o también cuando se altera negativamente de pánico. Esto, por ejemplo, fue notado por el terapeuta Stan Grof, quien desarrolló la famosa respiración holotrópica, una forma de hiperventilación psicodélica. Sin embargo, esta forma de LSD es más sutil y es una herramienta sobre todo para la salud que puede ser usada cotidianamante para la meditación y la calma.