El presidente Jair Bolsonaro sigue oponiéndose a las medidas de cuarentena y aislamiento social implementadas en varios estados y ciudades del país.
El pico de la pandemia está previsto para inicios de junio en el país, que ya registra más de la mitad de los más de 30.000 muertos en América Latina y el Caribe.
San Pablo, el estado más rico y poblado de Brasil, es el epicentro de la enfermedad, con 65.995 casos y 5.147 muertos. Le sigue Río de Janeiro, con 3.079 decesos y 27.805 contagios.
En estados del norte y el noreste, como Ceará, Amazonas y Pernambuco, la propagación de la enfermedad provoca situaciones dramáticas y asfixia los sistemas de salud.
Pese a esta situación, el presidente Jair Bolsonaro sigue oponiéndose a las medidas de cuarentena y aislamiento social implementadas en varios estados y ciudades del país.
En pocas semanas, dos ministros de Salud dejaron el cargo por diferencias sobre la gestión de la pandemia con Bolsonaro. Bolsonaro, que demerita al virus como una "gripecita", considera que una paralización de la economía de Brasil podría causar un daño mayor que la propia epidemia.
El Ministerio de Salud, en este momento dirigido el ministerio de Salud está dirigido por el general Eduardo Pazuello, amplió ayer su recomendación de utilizar cloroquina e hidroxicloroquina en pacientes con síntomas leves del nuevo coronavirus, combinadas con el antibiótico azitromicina, atendiendo un pedido de Bolsonaro pese a que su eficacia divide a la comunidad científica mundial.
La prescripción del medicamento, utilizado para tratar otras enfermedades como la malaria, sólo se recomendaba hasta ahora en los casos graves de Covid-19.
Según un documento divulgado por el Ministerio de Salud, su utilización quedará "a criterio del médico" y requiere también "la voluntad declarada del paciente". La normativa dice expresamente que "no existen garantías de un resultado positivo porque no hay estudios que demuestren beneficios clínicos".
Mientras tanto, los laboratorios del Ejército brasileño ya comenzaron a elaborar el medicamento.
En un mensaje divulgado ayer Bolsonaro adoptó un tono circunspecto al decir que su país está enfrentando "días difíciles" a raíz de la pandemia.
Al contrario de lo que hizo en la noche del martes cuando realizó un comentario jocoso y lanzó una carcajada al hablar de la cloroquina. "El que es de derecha toma cloroquina, el que es de izquierda toma Tubaína (un refresco popular)", afirmó el gobernante de extrema derecha durante una comunicación a través de las redes sociales con el blog del periodista Magno Martins, el martes por la noche.
"La va a tomar el que quiere, nadie será obligado a tomar cloroquina, se le dará libertad al paciente para usarla en caso de que la considere necesaria", agregó. El presidente dijo que el mundo está en "guerra" y que la cloroquina "es la esperanza".