En el primer caso, ya dejaron más de 200 muertos. El reclamo de mejores condiciones de vida se torna masivo y violento.
Mientras América Latina sigue atenta a la crisis en Chile y a las protestas que estallaron en Bolivia contra un supuesto fraude electoral, en Oriente Medio también crecen las expresiones de descontento en la calle, en especial en Irak, donde las violentas marchas han dejado decenas de muertos, y en el Líbano?, que llevan ya diez días.
Centenares de iraquíes salieron a las calles de Bagdad el sábado, desafiando de nuevo los gases lacrimógenos, en una nueva jornada de protesta que dejó al menos seis muertos. Fue apenas un día después de las violentas manifestaciones que el viernes se saldaron con más de 40 muertos y que no parecen ceder.
Desde el 1 de octubre, unas 200 personas murieron en estas protestas, espontáneas y con un vigor desconocido en los últimos años en ese país. Las manifestaciones se interrumpieron 18 días con motivo de la gran peregrinación shiita que se desarrollaba en Irak y se reanudaron el viernes, cuando murieron 42 personas en las protestas.
En las últimas horas, la movilización dio un giro y tuvo como blanco decenas de sedes de partidos, oficinas de diputados y sobre todo los lugares de reunión de grupos armados del Hachd al-Shaabi, una coalición de paramilitares dominada por milicias shiìtas proiraníes y aliadas del gobierno en Irak.
Algunos manifestantes quemaron sedes de partidos políticos y oficinas de diputados en Irak. /AP
Entre los 42 muertos, más de 20 fallecieron en los incendios y ataques en distintas ciudades del sur del país, según la Comisión gubernamental de derechos humanos y fuentes médicas.
Cientos de participantes en la manifestación de este sábado en la capital iraquí eligieron el puente de Jumariya, en el centro de la ciudad, para volver a pedir la mejora de las condiciones de vida en todo el país. En el momento en que intentaron entrar en la Zona Verde -el barrio que alberga las embajadas y sedes de gobierno del país- "la policía comenzó a disparar", según testigos.
Las protestas fueron violentas en la ciudad iraquí de Nasiriyah. /AFP
Hasta ahora no se tiene constancia de víctimas en estos enfrentamientos, que han roto una breve calma matutina en la ciudad durante la cual se reanudó el tráfico y los manifestantes se dedicaron a preparar una sentada en la histórica plaza Tahrir.
Mientras tanto, los diputados iraquíes no han conseguido el quorum necesario para celebrar la sesión de emergencia prevista para el sábado, en un nuevo ejemplo de la paralización política reinante en el país.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos se hizo eco de los informes conocidos en las últimas semanas, entre ellos uno difundido por la misión de Naciones Unida (UNAMI), y ha instado a las autoridades a investigar y juzgar a los responsables de los abusos detectados durante las protestas, que comenzaron el 1 de octubre por la "frustración" de la ciudadanía.
Por su parte, el ayatollah Alí al Sistani, el principal clérigo shiíta de Irak, ha hecho un llamamiento en las últimas horas a la contención a manifestantes y fuerzas de seguridad.
Barricadas en llamas, durante las protestas en Karbala, Irak. /AFP
"En estos momentos delicados para la querida historia de Irak (...) pido a los queridos manifestantes y fuerzas de seguridad que se adhieran de forma estricta a unas protestas pacíficas y que no permitan que deriven en violencia, disturbios y sabotajes", ha dicho en su sermón, leído por su portavoz, Abdulmahdi al Karbalai.
Estudiantes universitarios se manifiestan, este sábado, en Beirut, Líbano. /EFE
Los manifestantes volvieron a salir a las calles de Beirut y las principales ciudades de Líbano por décimo día consecutivo para exigir la dimisión del gobierno mientras comienzan a denunciar que simpatizantes del poderoso partido-milicia shiìta Hezbollah están dinamitando las protestas.
Las manifestaciones exigen la disolución inmediata del actual gobierno libanés, cuya decisión a mediados de mes de gravar la aplicación de mensajería WhatsApp terminó por agotar la paciencia de una población incapaz de llegar a fin de mes, en un país donde el agua, la electricidad y la atención médica gratuita no están garantizados 30 años después del final de la guerra civil.
Aunque la asistencia está comenzando a decaer desde el apogeo del 20 de octubre, la tensión ha aumentado en los últimos dos días, después de que los asistentes denunciaran la presencia de simpatizantes de Hezbollah entre el gentío para forzar enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y dispersar a los manifestantes.
El líder de Hezbollah, Hasán Nasrallah, compareció este viernes para asegurar que su movimiento no está implicado en modo alguno, aunque declaró una vez más su respaldo al actual gobierno libanés, el mal menor frente a lo que podría ser un "vacío de poder que colapsaría el país" si acabara dimitiendo.
Sin embargo, tanto partidarios de Hezbollah como del Movimiento Patriótico Libre del presidente del país, Michel Aoun, han protagonizado contramanifestaciones por todo el país, en particular en sus bastiones del centro de Beirut y del sur del país.
También en las primeras horas de este sábado, la presidencia de Líbano sacó un comunicado en el que desmiente que las autoridades hayan desestimado el proyecto de ley anticorrupción destinado a poner fin a las protestas para enmendar contradicciones en su redacción, según la Agencia Nacional de Noticias de Líbano
Han aparecido llamadas en las redes sociales para organizar el domingo una cadena humana gigante que recorrería toda la costa libanesa, de Trípoli a Tiro, a lo largo de 170 km. Esto implicaría la movilización de al menos 100.000 personas, según las estimaciones.
El ejército, que es la única institución que ha sobrevivido al desprecio general de la población, desempeña ahora un papel clave. Los soldados intentaron levantar las barricadas, pero al final fraternizaron con los manifestantes que les ofrecían flores.
Fuente: AFP, EFE y DPA