Fabián Esequiel González Rojas, el tío de Sheila Ayala, la niña de 10 años asesinada el mes pasado en la localidad bonaerense de San Miguel, seguirá detenido ya que la Justicia de San Martín le dictó la prisión preventiva por el “homicidio doblemente agravado” de su sobrina, informaron hoy fuentes judiciales.
En su resolución -a la que tuvo acceso Télam-, el juez fundamenta el agravante de la alevosía en que González Rojas (24) mató a Sheila “aprovechándose y conociendo el estado de indefensión de la víctima", quien "no pudo defenderse ante una embestida de un sujeto masculino que la superó en fuerza y tamaño”, y el del femicidio en que “abusó de una relación desigual de poder con la víctima mujer”.
Más allá de considerar al acusado como autor material del crimen, Grammatico Mazzari le solicitó al fiscal que profundice la investigación sobre una mujer que pudo haber actuado como entregadora de la niña.
El juez menciona el testimonio de una vecina -su identidad se reserva- que aseguró que a las 13 del día de la desaparición de la niña, vio que “una mujer de unos 38 años de tez trigueña, contextura robusta, cabellos largos color negro, que vestía una remera negra con flores de color verde y calzas color negro, "se llevó a Sheila", advirtiendo que la menor conocía a esta persona, toda vez que se fue con ella "sin ningún problema"".
"Aún no queda claro en qué modo Sheila ha llegado a estar a merced de González Rojas, siendo muy dudoso que lo haya sido de motu proprio”, dice el magistrado, quien además señala que la testigo dijo que está en condiciones de reconocer a la mujer.
Respecto a la otra detenida que tuvo el caso, Leonela Ayala (25), tía y madrina de la niña y esposa del único detenido, ya había sido liberada por orden del fiscal el lunes pasado, cuando consideró que no había méritos suficientes para que siga presa, aunque el juez también avaló que sobre ella continúa la investigación.
Al analizar la prueba contra González Rojas, el juez valoró como claves que estuvo solo en su vivienda el día del crimen y que la sábana infantil del tipo ajustable color blanca y con personajes de Disney usada para estrangular a Sheila, era de la cuna de unos de sus hijos.
Además, menciona que el colchón que fue arrojado para tapar la bolsa que contenía el cadáver, también era de su casa y era el que él mismo arrojó, 24 horas después del crimen, al hueco donde fue hallado el cuerpo de Sheila.
Una pericia también confirmó que las bolsas de residuos negras adheridas con cinta de embalar transparente que envolvían el cadáver, eran las mismas que fueron halladas recubriendo el colchón de la cama cucheta inferior donde dormía una de sus hijos.
Al analizar la indagatoria donde el acusado se declaró inocente, el magistrado afirma que sus dichos “lejos de cumplir el objetivo de mejorar su situación procesal, no hacen más que robustecer los indicios que se extraen de los elementos de convicción”.
“Confirmó que ese domingo por la mañana hasta horas de la tarde, rango horario en el que habría desaparecido Sheila, se encontraba solo en su domicilio afirmando incluso que vio a su sobrina y la saludó”, dice la resolución.
“Identificó la sábana de cuna utilizada para perpetrar el homicidio de la niña como de su propiedad, reconoció haber tirado el colchón que tapaba la bolsa que contenía el cuerpo de Sheila al predio donde éste fue hallado, el cual linda con su vivienda, diciendo que luego de semanas de tenerlo en la puerta de su casa, lo arrojó el día lunes, es decir, justo al día siguiente de la desaparición”, agrega.
Por último, menciona que “se advierte una contradicción en su relato, toda vez que refirió haber visto y saludado a su sobrina el día domingo, mientras que en el acta de búsqueda realizada en su domicilio le dijo al personal policial que la última vez que la vio fueron los días viernes y sábado pasado”
Sheila desapareció el 14 de octubre último al mediodía, cuando fue vista por última vez jugando con amigos en el complejo habitacional Campo Tupasy del barrio Trujui de San Miguel, donde vivía con su padre.
Tras cuatro días de búsqueda y acusaciones cruzadas entre los padres por quién podía tener responsabilidad en la desaparición, la policía bonaerense halló el cadáver de la niña dentro de una bolsa y tapado por un colchón, en un sector donde los vecinos arrojaban basura, entre dos paredones.
El sitio es lindante a la construcción donde vivían Leonela Ayala y González Rojas, en un segundo piso, desde cuyo balcón, a seis metros de altura, se cree que fue arrojada la víctima.
La autopsia confirmó que la causa de muerte fue un estrangulamiento a lazo con una sábana infantil hallada alrededor del cuello del cadáver y que la niña presentaba fracturas postmortem en sus costillas, que se cree fueron producidas en la maniobra de descarte.