La tía de la niña asesinada en la localidad bonaerense de San Miguel, presenta lesiones compatibles con signos de defensa por parte de la víctima, al igual que su marido, por lo que el juez de la causa convalidó esta tarde la detención de ambos, solicitada por el fiscal, informaron fuentes judiciales.
Esta tarde, el juez de Garantías 3 de San Martín, Mariano Grammatico Mazzari, hizo lugar al pedido de detención de ambos y remarcó que “de comprobarse los hechos tal y como vienen sostenidos, no hace falta ser un erudito del derecho para vincular la situación de Sheila, de apenas 10 años, frágil -de visita en casa de su tío y su madrina, sin reticencias ni defensas ante su sangre,- para afirmar su estado de desamparo, de vulnerabilidad física y en especial de desabrigo psicológico”.
“Si se le suma el ataque coordinado de dos personas que sostiene el Acusador Público, la situación sólo se profundiza. O sea, prima facie, a Sheila la mataron sin afrontar riesgo y de modo artero, en especial porque la nena habría creído, al igual que casi todo el género humano, que la familia es quien debe protegerte, no quien te asesina”, destacó el magistrado en el escrito al que accedió Télam.
El juez aceptó los dos agravantes propuestos por el fiscal, aunque sostuvo que “aún no señala elementos que permitan individualizar el móvil del crimen, pero restan -por supuesto- todos los resultados periciales y probatorios en pleno trámite”.
Al enumerar los elementos de prueba, Carracedo reveló en su dictamen -al que tuvo acceso Télam- que el hombre tiene un arañazo en el pliegue interno de un codo, compatible con heridas de defensa de la niña, y la mujer algunas “equimosis” (moretones) en sus brazos.?
“Ambos poseen lesiones traumáticas de reciente data, las que podrían tratarse de lesiones de defensa producidas por la menor al intentar en forma infructuosa defenderse ante el ataque de dos personas que la superaron en fuerza y tamaño”, señaló.
En su dictamen, Carracedo sostiene también que González Rojas y Ayala “idearon un plan común para causar la muerte de la menor Sheila Alejandra Ayala de 10 años, estrangulándola a lazo con una sábana, produciéndole una asfixia mecánica por compresión cervical externa”.?
Para el fiscal, los acusados cometieron el crimen “aprovechándose y conociendo el estado de indefensión de la víctima, quien al ser de tan corta edad no pudo defenderse ante una embestida de dos personas que la superaron en fuerza y que la menor al ser familiar directo de los imputados se confió en que este ataque no ocurra".
El funcionario judicial destacó que en la vivienda de los acusados -lindera al hueco entre dos paredes donde apareció el cadáver-, “se recolectaron indicios” que permiten sostener “la coautoría de González Rojas y Ayala” y otros “elementos que serán peritados oportunamente por personal de la policía científica”.
Si bien en la autopsia no se detectaron lesiones típicas de un abuso, el fiscal espera el resultado de estudios de ADN y otros peritajes para intentar probar si Sheila fue asesinada durante un ataque sexual no consumado, tal como cree a partir de haber hallado el cadáver desnudo dentro de una bolsa.
Carracedo afirma que las evidencias colectadas hasta el momento “permitirían afirmar que los imputados González y Ayala luego de dar muerte a Sheila, la embolsaron y embalaron con una bolsa de consorcio y cintas, y mantuvieron el cuerpo un tiempo en su vivienda cerrado herméticamente” y que “al verse acorralados” por la presencia policial “intentaron deshacerse del cuerpo”.
Otro elemento clave es la autopsia, que concluyó que la muerte de Sheila “se produjo por asfixia mecánica por compresión cervical externa”.
Los forenses señalaron que se trató de un “estrangulamiento a lazo” que dejó un surco de ahorcadura de tres centímetros de ancho que es compatible con la sábana infantil que los médicos encontraron rodeando el cuello y estaba “anudada con un solo nudo sobre el lateral izquierdo”.
Para el fiscal, las fracturas post mortem en varias costillas de Sheila “podrían tener relación con la circunstancia de haber sido arrojada desde el balcón del departamento ubicado en el segundo piso, propiedad de los imputados”.
Además, suma como elemento de cargo seis declaraciones testimoniales que no desarrolla en el escrito, pero solicita al juez que evalúe por completo.
En el escrito, Carracedo transcribe completa el acta del procedimiento del hallazgo del cadáver y allí quedó asentado que el cuerpo de Sheila fue descubierto gracias a un niño de 10 años que vive en el primer piso de la edificación donde se domicilian los imputados y le avisó a la Policía que de la pared del costado de su casa “había olor a podrido”.
Mientras González Rojas se negó a declarar al ser indagado, su mujer, Ayala, se desvinculó del crimen y le dijo al fiscal que el día de la desaparición de su sobrina ella se ausentó durante ocho horas de su casa con sus hijos y que cuando regresó no vio nada extraño.