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Una voz sin fronteras, canta el sábado en el Colón

La artista dice que con el crossover puede abordar el repertorio que quiera, que no está pendiente de la crítica y que la maternidad le cambió la vida. Además, recuerda cómo fue cantar en Irak para las tropas británicas, cuenta cómo escapó de un intento de violación y advierte que el reclamo de género no debe quedarse en el ámbito del cine, la música o la moda.

Viernes, 15 de Febrero de 2019
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Con una docena de álbumes editados, seis de los cuales alcanzaron la cima de los ránkings británicos, y una trayectoria que cruzó su camino con figuras de la lírica como el tenor español Plácido Domingo, el barítono galés Bryn Terfel, la soprano neozeladesa Kiri Te Kanawa y el tenor peruano Juan Diego Florez, la mezzo soprano Katherine Jenkins es, a los 38 años, una de las artistas de mayor relevancia en el universo del "crossover", esa especie de cruza entre el pop y la música clásica que también transitan nombres como Andrea Bocelli, André Rieu y Sarah Brightman, entre otros.


De cara a su regreso a la Argentina, a casi ocho años de su anterior visita, para cantar hoy en el Teatro Colón, en el marco del Festival Únicos, Jenkins atiende el lamado en su casa londinense, en un clima de calma familiar.

“Aquí son las 20, así que me apuré para llegar a casa y poder llevar a mis hijos a la cama, de modo de poder hablar con algo de paz”, dice la mamá de Aaliyah Reign, de 3 años, y Xander Robert Selwyn, de sólo 1.

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-¿Les cantás o le leés algo para que se duerman?

-Las dos cosas. Amamos leer libros, de modo que les leo algunas historias. Y después les canto. En verdad, la canción que les estoy cantando actualmente es una de las que está en mi último álbum, pero la hago en una versión mucho más tranquila.

-Leí que Xander también canta... ¿No es demasiado chico?

-Sí. En verdad, no sé cuándo es que uno empieza a cantar. La primera vez que lo hice en público tenía 4 años. Pero él, te juro, canta desde que nació. Y se canta a él mismo para dormirse. Canta todo el tiempo; si yo empiezo a cantar, él me acompaña. Es una cosa preciosa.

-¿Cómo te sentís con este próximo regreso a la Argentina? En tu website dice que nuestro país es uno de tus favoritos...

-¡Lo es!

Katherine Jenkins, en el Teatro Coliseo en 2011. (Foto: Luciano Thierberger)

-Convenceme de que no lo decís de cada país al que vas a viajar.

-Cuando viajé a la Argentina por primera vez, no sabía qué esperar. Nunca había hecho nada en América del Sur. La compañía me propuso hacer una firma de discos y, honestamente, no esperaba que fuera nadie. Pero al llegar, no podía creer la cantidad de gente que había, y la calidez con la que me trataron. Había una cosa muy física en el trato; la gente me agarraba, me besaba...

-¿No te molestó? Uno podría suponer que viniendo de Inglaterra no te resultara tan agradable.

-Pero yo no soy inglesa, soy galesa. Y los galeses no somos iguales a los ingleses. Somos apasionados en todo lo que hacemos. Y sentir ese apasionamiento de la gente, ese cariño, me tomó por sorpresa, en el mejor de los sentidos. Realmente la gente en la Argentina tocó mi corazón.


-Esta vez vas a presentarte en el Colón, una de las mejores acústicas del mundo. ¿Es muy distinto cantar en una sala de esas características a hacerlo en otro tipo de teatro, o en espacios abiertos?

-Definitivamente, cantar en una sala de concierto de esas características, con una acústica tan notable -y he tenido el privilegio de haberlo hecho con frecuencia- es distinto a hacerlo en otros lugares. Pero me encanta cantar en lugares abiertos.

-¿Vas a usar micrófono?

-Sí. Mi repertorio incluye piezas líricas, arias de óperas que podrían ser cantadas sin micrófono, pero también incluye otras que están dentro del universo de la música pop, y requieren de cierta amplificación.

Katherine Jenkins. La diva del crossover será parte del Festival Únicos, en el Teatro Colón, el sábado 16 de febrero.

-¿Cambia mucho tu repertorio según el lugar al que vas a cantar?

-Eso depende mucho de cuántas veces haya estado en ese sitio, cantando, o de cuánto hace que fue mi anterior visita. También puedo incluir alguna canción local. En un punto, lo que amo del crossover es que sin importar tanto el género, puedo cantar lo que siento que toca mi corazón, que quiero cantar y que la gente puede disfrutar. El crossover es un camino para mostrar un vasto repertorio que incluye material de diferentes géneros, unificado bajo un mismo concepto.

-Y suele ser detestado por los críticos de la música “académica” o “clásica”. ¿Tuviste que pelear mucho contra ese tipo de prejuicios?

-Desde el día uno. Y siempre me manejé bajo la idea de que no podés conformar a todo el mundo. En tanto la gente que compra mis discos y que va a mis conciertos esté feliz con lo que les ofrezco, estoy satisfecha. Esa es mi motivación. No estoy pendiente de la crítica de quienes apuntan al fan de la ópera.

-De algún modo, que cantantes como Domingo o tu compatriota Terfel hayan cantado con vos te exime de dar examen. Pero, ¿nunca sentiste que una buena crítica especializada te legitimaría para la academia?

-Creo que, a menudo, los críticos de la llamada música clásica no desean que esa forma de arte se popularice. Quieren mantenerla en un gueto y reservado sólo para la clase de gente que lo disfruta de ese modo. Tenemos ideas diferentes. Todo bien, cada uno puede opinar como quiera. Yo me preocupo por la gente que viene a mis conciertos; ellos son lo más importante.

-¿Qué tan difícil es encontrar nuevos desafíos?

-En principio, siempre tenés algo por descubrir. Me siento agradecida de poder seguir cantando, viajando y compartiendo mi música. En ese sitio me siento muy feliz. Me gustaría hacer una banda sonora, algo en el estilo de Disney, lo cual sería maravilloso para mis hijos. Al mismo tiempo, junto a mi esposo hemos creado un TV Show educativo, acerca de la música clásica y la orquesta.

-¿En qué medida sus nacimientos cambiaron tu manera de acercarte a la música y a tu profesión?

-La maternidad me cambió completamente -supongo que todas las madres dirían lo mismo-; sabía que iba a amar ser madre, pero no que la que estaba tomando iba a ser la decisión más grandiosa de mi vida. Estoy obsesionada con mis hijos... ¡Los amo tanto! Y creo que ese amor ha afectado mis decisiones, la manera en la que canto, el modo en el que quiero actuar, y fundamentalmente ha hecho una mejor versión de mí. Aprendí a ser más paciente, más comprensiva. Y sé que las canciones las abordo de otra manera y que mi interpretación es diferente.

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-En 2005 fuiste a cantar para las tropas asentadas en Irak y en Afganistán. ¿Irías de nuevo?

-Sería una decisión muy difícil de tomar hoy. Siento orgullo de poder aportar algo, no en apoyo a cuestión o decisión política alguna, sino de esos hombres y mujeres. Pero eso, en alguna medida cambió. La pregunta que me hago cuando se me cruza la idea es cómo estarían mis hijos.

-Tengo entendido que a los 19 años sufriste un intento de violación. ¿Cómo atravesaste esa hecho?

-Eso me sucedió una noche, de regreso a mi casa, de una fiesta. Sentí que alguien intentaba agarrarme y arrastrarme. Creo que en esa situación, te puede pasar que te quedes congelado, o peleás. Yo comencé a defenderme, hasta que pude escapar. Siempre estuve agradecida que en ese momento Dios estuvo de mi lado; de lo contrario mi vida seguramente habría sido muy diferente. Lo pude hablar con mi familia y mis amigos, pero al mismo tiempo ese hecho cambió mi vida. Comencé a preocuparme por mi hermana, mis primas, mis amigas...


-¿Qué opnión tenés sobre el #MeToo? ¿Creés que finalmente generará un cambio concreto?

-Las cosas tienen que cambiar. Pero tenemos que tener en mente y recordar que el #MeToo no debe darse sólo en el cine, la música o la moda. Ninguna persona debería sentirse incómoda, sea mujer u hombre, en ningún lugar; ya seas una estrella de Hollywood o trabajes en una zapatería. Nadie debería sentirse presionado o incómodo. El #MeToo debería aplicar para todos.

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