Productores, comercializadores, tiendas y grandes superficies se implican en popularizar de nuevo el vino entre la población general. Iniciativas como la de la Interprofesional del Vino de España, con campañas orientadas también hacia la hostelería y el canal alimentación, fomentan la recuperación de ese espacio para la cultura del vino
Y ni más ni menos es lo que la industria del vino parece haber comprendido. Producción y comercialización han comenzado a trabajar de la mano para afrontar los retos que se le presentan al sector del vino en España. Y uno de ellos es el del consumo nacional.
Recuperar la cotidianeidad con la que los españoles acompañábamos nuestras comidas es, sin duda, uno de los objetivos que se ha fijado el sector y en él está trabajando la Interprofesional del Vino de España (OIVE) con campañas como "Marida mejor tu vida con vino", un proyecto que busca convertir el consumo de vino en algo cotidiano en la vida de todos.
De hecho en este último trimestre del año, la OIVE está trabajando en la segunda fase de la campaña, orientada en los canales de hostelería y alimentación para lo que se ha puesto en contacto directamente con las principales cadenas de alimentación y entidades de hostelería para que el vino tenga una mayor visibilidad y ofrecer una mayor información tanto al consumidor como a los propios profesionales de dichos canales. Y los resultados comenzamos a verlos.
Y es que, siempre bajo un criterio de calidad, el vino español lucha por volver a conquistar el corazón de sus consumidores, recuperando ese espacio en el que disfrutar de una copa de vino sea en nuestros hogares o en la hostelería. Iniciativas como la de esta gran superficie, apostando por ofrecer un folleto lleno de información y recomendaciones básicas, visuales y comprensibles, nos ayuda a popularizar de nuevo el vino entre la población general.
Información comprensible
Muchos establecimientos de hostelería y comercialización contribuyen también con su granito de arena a esta tarea, facilitando al consumidor una información sencilla de comprender a pie de lineal, indicando tipo de uva con la que se ha elaborado el vino, temperatura óptima de consumo o denominación de origen a la que pertenece.
Si esta información la acompañamos de unos lineales vistosos y agrupados por territorios y por denominaciones de origen, les facilitaremos la vida a los consumidores que buscan añadir una botella de vino a su cesta de la compra sin mayores complicaciones.
En esta tarea los productores también están cada vez más implicados y así queda patente en la evolución que ha experimentado el packaging del vino en los últimos años. La botella pero, sobre todo, las etiquetas han cambiado sustancialmente, apostando por desterrar imágenes más clásicas y por materiales diferentes (corcho, impresión en cristal...), por imágenes y colores llamativos o por nombres originales.
De hecho, dos de cada tres usuarios de todo el mundo afirman prestar más atención a las etiquetas que hace dos años, según una encuesta de Nielsen de 2017. El problema es que menos de la mitad de los consumidores (45%) declara entender la "mayor parte" de lo que leen. El etiquetado de los vinos, por tanto, está adquiriendo mayor importancia para los consumidores y es tarea del sector hacerlo asequible para el común de los mortales.
La etiqueta, la puerta de entrada al vino
La etiqueta es prácticamente la primera toma de contacto del consumidor con el vino y, por tanto, debe mostrar la información básica del vino, como son los datos de identificación principal: nombre, logo, tipo de vino, grados, bodega, contenido, etc. La contraetiqueta ampliará información: identificación de la variedad de uva, región, cata, datos del elaborador, ubicación de la bodega,..., buscando una imagen de botella, etiqueta y packaging que debe ser congruente con el vino y acorde a las expectativas que pueda generar al consumidor.
En cualquier caso, contar con un encargado o dependiente que, en un momento dado, pueda resolver dudas, también será muy útil. Informar sobre qué tipo de vino se trata (crianza, joven, espumoso, generoso, etc.) y la ocasión en la que se va a consumir ayudarán a elegir el vino.
Son datos básicos que también debe poder ofrecer la hostelería, más allá del tinto o blanco, y en ese camino se va avanzando a medida que adquieren mayor reconocimiento las profesiones de sumiller o jefe de sala, optando por incorporar en los establecimientos personal profesional que tenga formación en vinos. Esta formación cada vez es más demanda y más agradecida, a medida que crece el interés por el vino de un gran número de aficionados que no se consideran grandes conocedores del sector.
Que estos profesionales en salas, restaurantes, vinotecas o tiendas especializadas animen a estos consumidores ocasionales a consumir vino, ofreciéndoles diferentes tipos de elaboraciones y abriéndoles el campo para descubrir nuevas variedades, contribuirá, sin duda, a la consecución del objetivo: volver a poner el vino en nuestra mesa, contribuyendo a incrementar entre los consumidores la cultura del vino a través del conocimiento y la puesta en valor de toda la riqueza vitivinícola de nuestro país. Este es, sin duda, el camino para augurar al sector del vino español un futuro próspero y longevo.