A días de cumplir 36 años, muestra una versión espectacular. Y baja un mensaje para todos: 'Si creemos que el campeonato está resuelto estamos equivocados'. Racing Club Daniel Avellaneda
Lisandro quisiera ser es un López cualquiera, anónimo entre las callecitas de Buenos Aires. Pero es un héroe en ese Cilindro que asoma imponente desde el pasaje Corbatta. Entonces, se corporiza en el protagonista del atardecer de Avellaneda. Porque no es un hombre común y silvestre, más allá de su campechana esencia. Licha es el capitán de Racing, ni más ni menos. La bandera de un club enorme. El cerebro del puntero de la Superliga. Si fue capaz de inventar un gol de épica en el clásico ante Independiente, ¿cómo es posible que quiera mostrarse opaco con tantas luces?
Clásico inolvidable. Lisandro López festeja su gol de penal; después hizo la jugada del 3-1. (Foto Juano Tesone)
La fama es puro cuento para el Viejo, como lo llaman sus compañeros en la intimidad del plantel. Y lejos del vedetismo que representa ser una gran figura del fútbol en estos tiempos modernos, se expresa con humilidad. Asume naturalmente su rol de líder, ese que heredó forzado tras el retiro de Diego Milito, ahora secretario técnico. Y baja un mensaje dirigido a esos hinchas que lo veneran y a ese medio que ya vislumbra una vuelta olímpica celeste y blanca: “Si creemos que el campeonato está resuelto, estamos equivocados”.
Faltan cinco fechas, la última contra Defensa y Justicia a pasitos del puente Pueyrredón. Hay optimismo, claro. Exacerbado por el triunfo en el Libertadores de América. Sin embargo, Lisandro mantiene los pies sobre la tierra. “No hay un porcentaje, es ir hasta el final y salir campeón o no. Llevamos tres puntos de ventaja, la diferencia es mínima y quedan quince en juego. Es clave seguir de la misma manera”, sostiene el delantero.
Lisandro siempre renegó del lugar que ocupa. No obstante, es el jugador más emblemático. Entonces, ese video que se viralizó en la madrugada del domingo, durante el festejo en el vestuario visitante, necesitaba una aclaración. Porque no se cree más que nadie. Y el “de la mano, de Licha López, todos la vuelta vamos a dar” lo impulsó a dejar claro que “nuestro comandante es el Chacho”. Pero todos se encolumnan detrás del capitán. Dirigentes, jugadores, hinchas y hasta el propio Coudet. Hay algo que no podrá evitar, a pesar de su discurso políticamente correcto: así como la campaña del Apertura 2001 tuvo como ícono a Reinaldo Merlo y la del torneo de 2014 a Milito, si la historia tiene idéntico final feliz, el referente de la consagración será Lisandro.
Porque el Señor López fue el que abrió las puertitas de la esperanza cuando todo parecía derrumbarse aquella noche de agosto en el Monumental. Del 0-3 y la eliminación de la Libertadores, Racing pasó a dominar la punta de la Superliga y no largarla más durante cinco meses y 24 días. “La Superliga es nuestro único torneo y tenemos la obligación de ser campeones, ni siquiera de pelearlo porque eso es obvio. No queda otra alternativa, porque el club está haciendo muy bien las cosas, y faltan los logros deportivos”, sentenció el 1° de septiembre. Y todos lo siguieron.
Por eso este lunes, a 48 horas del clásico y consumada la derrota de Defensa ante Boca, Licha dice: “Esto va a ser palo y palo hasta el final. Pero este grupo se merece coronar este campeonato tan bueno que venimos haciendo con un título. Que Racing sea campeón es deseo y amor”. Ese sentimiento de pertenencia es el que lo llevará a la plataforma de ídolo. Mucho más, si cumple con ese sueño del pibe que dejó Rafael Obligado para triunfar en el fútbol grande. Maduro, más completo que aquel que fue goleador en 2004, está impulsado por la pasión. A días de cumplir 36 años, está en su mejor nivel.
Confiesa que está “cansado” y que por eso le cuesta “procesar las preguntas” porque deja el alma y el físico en cada partido. Lo mostró en la cancha de Independiente. “Me siento un privilegiado por jugar un clásico en un club grande con casi 36 años y ganarlo. Me emocioné un poco. Para el plantel es un empujón bárbaro, espero que podamos capitalizarlo y repercuta de manera positiva”, enfatiza. Y repasa el gol que le sirvió a Matías Zaracho, una remake de aquel inolvidable River-Boca en Madrid que tuvo un plus: Licha hizo una parecida a la de Pelé ante Marzurkiewicz en el Mundial ‘70 antes de asistir a su socio en el 3-1. “A medida que corría cada vez se hacía más chiquito el arco”.
Hay elogios para Zaracho: “Es el mejor volante del país, es muy completo. Para ser top, le falta ajustar el gol. Siempre estoy rompiéndole la cabeza con eso. Por suerte, se le abrió el arco”. Hay apoyo para Coudet: “Me gustaría la continuidad de este proceso. Armó un equipo con el que se identificó rápidamente el hincha. Habrá que ver qué decide él y el club. Pero es un técnico que me da mucha confianza”. Y hay, además, una ilusión que le brota en la voz: “Deseo a muerte salir campeón con Racing”. Los hinchas esperan que así sea.