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“La dolce vita” que tuvo Federico Fellini, el gran italiano

Como pocos, portador de cinco Oscar, maestro del cine italiano y mundial, hoy se recuerda un aniversario de su nacimiento, allá por 1920. Una vida llena de logros.

Domingo, 20 de Enero de 2019
Pocos directores  de cine pueden darse el lujo de que su apellido sea el sinónimo de algo extraordinario. Por decir felliniana, es hablar de algo fantástico y relacionado con el barroquismo.

Federico Fellini nació un 20 de enero de 1920. Sus primeras grandes aficiones, antes de descubrir su pasión por el cine, fueron el dibujo y la caricatura. A los diecisiete años publicó en una revista sus primeras caricaturas, que representaban a los compañeros del campamento de verano de la organización juvenil del Partido Nacional Fascista al que había asistido en el verano de 1936.
A partir del año siguiente colaboró en los semanarios La Domenica del Corriere y el político-satírico florentino 420, en los cuales publicó relatos, viñetas y dibujos, todo ello bajo el seudónimo de «Fellas». En 1939, junto con su madre y su hermana, se trasladó a Roma con la intención de cursar estudios de derecho y jurisprudencia en la Universidad de Roma, estudios que nunca terminó.


En 1940, tras un breve paso por la radio, hizo su primera incursión en el mundo del celuloide al participar, en calidad de guionista, en la película ¡El pirata soy yo!, dirigida por Mario Mattoli. Fue el primero de una larga lista de filmes en los cuales se ocupó de preparar el guion. En 1943 se casó con Giuletta Masina, una joven actriz de teatro. En marzo de 1945, el primer y único hijo del matrimonio murió a las dos semanas de nacer.
Fecha clave para Fellini en su relación con el cine fue 1944, año en que conoció a Roberto Rossellini, uno de los más importantes directores del neorrealismo italiano. Junto a Rossellini, quien se convirtió en su tutor, colaboró como guionista en Roma, ciudad abierta y otras películas suyas.
En 1951 se estrenó como director, primero codirigiendo, junto a Alberto Lattuada, el filme Luces de varieté, y posteriormente en su ópera prima El jeque blanco, basada en una idea de Michelangelo Antonioni. Al año siguiente ganó su primer premio: un León de Plata por Los inútiles en la Mostra de Venecia. En 1954, y en aquel mismo certamen, ganó un León de Plata por su siguiente película, La strada, su primer filme de resonancia internacional y que le reportaría, así mismo, su primer Oscar; protagonizada por su esposa, esta realización inicia la transición del director desde el neorrealismo hacia un cine más personal, de marcado tono autobiográfico y repleto de elementos fantásticos.
Sus siguientes películas recibieron toda clase de premios internacionales, como la Palma de Oro en el Festival de Cannes por La dolce vita, con la cual obtuvo un importante éxito comercial y supuso el inicio de su colaboración con el actor Marcello Mastroianni, que se convertiría en habitual a partir de entonces. Ocho y medio (1963) marca claramente el comienzo de la segunda etapa del cine felliniano, de exuberante fantasía y barroquismo y con un humor de rasgos surrealistas.
Giulietta de los espíritus (1965) originó cierta polémica, que se repetiría en otras películas, por el impúdico erotismo que la atraviesa y por la ironía con que se trata a sí mismo y a la sociedad italiana, especialmente la Iglesia. Películas como Roma o Y la nave va marcan la posterior producción de este cineasta, dueño de un universo muy personal y de un estilo extremadamente libre. En 1993, poco antes de su muerte, recibió su quinto Oscar al conjunto de su carrera en una conmovedora ceremonia en la que estuvo flanqueado por Sofia Loren y Marcello Mastroianni, sus dos más célebres actores, y su esposa, Giulietta Masina.