Los seres humanos viviremos hasta 120 años gracias a avances como la edición genética y la tecnología de medicamentos, que se ocupan de "prolongar la vida celular al máximo", pero la medicina del futuro deberá ocuparse también de "ayudar al buen morir", es decir, de "cómo terminar la vida con calidad", afirmó hoy el médico argentino Diego Pereyra.
"La vida eterna no existe, pero la estamos prolongando. La biología humana tiene fecha de vencimiento, pero hoy se pronostica que, extendiendo la existencia celular al máximo, viviremos unos 120 años", dijo a Télam Pereyra, especialista en Medicina Crítica y Terapia Intensiva, y líder en Buenos Aires de la comunidad global Singularity University, creada por la NASA y Google con el objetivo de "buscar soluciones tecnológicas para el futuro".
El médico explicó que esa prolongación de la vida se logra gracias a avances tecnológicos como la edición genética, creada en 2015 por la investigadora francesa Emmanuel Charpentier y su colega estadounidense Jennifer Doudna, que permite modificar genes con "gran precisión y sencillez en todo tipo de células".
"Ya hace varios años que se sabe que se puede leer el genoma humano en forma íntegra, pero ¿qué hacemos ahora con eso? Gracias a estas científicas, que crearon una tecnología parecida al autocorrector de un procesador de texto, que corrige las palabras mal escritas, se pueden detectar anomalías en el genoma, cortar ese segmento anómalo y pegar uno sano de otro genoma que tenemos en una base de datos", precisó Pereyra, también coordinador académico del programa HealthTech de la Universidad de San Andrés.
El experto contó que la investigación de Doudna y Charpentier está actualmente "frenada" por "planteos éticos", que cuestionan la creación de "súperhumanos que no se enferman".
Para Pereyra, el desafío que debe enfrentar ahora la medicina no es sólo cuánto vamos a vivir, sino "cómo llegaremos a la muerte", ya que "no es lo mismo llegar postrado o con dolor que envejecer con una buena calidad de vida".
"En la actualidad hay muchas iniciativas para vivir bien, sin estrés y emocionalmente estables, pero debería haber un capítulo sobre el fin de la vida, porque también se debe pensar en el buen morir", insistió en diálogo con esta agencia.
Y continuó: "Actualmente nuestra función como terapistas no sólo es salvar una vida o curar una enfermedad, sino aliviar el sufrimiento y ayudar al buen morir. En el futuro se hará mucho hincapié en especialidades como Longevidad, que buscan una muerte tranquila, confortable, sin sed de aire ni dolor".
"Lo que se está planteando ahora es el uso responsable de estas tecnologías médicas, que conducirán a una medicina más abierta, barata y accesible a los pacientes", enfatizó Pereyra, también coordinador médico de la unidad de cuidados intensivos del Sanatorio Güemes.
Y completó: "Ese es un gran desafío para todos los equipos de salud desde lo social, económico, legal, bioético y religioso. Se trata de saber qué vamos a hacer con esta tecnología, si vamos a usarla bien o mal, pero sin olvidarnos nunca de que el paciente está en el centro de la discusión".