La botella de vino de Speyer tiene más de 1.600 años y fue encontrada en la tumba de un noble romano.
Desde hace más de 100 años se conserva en el Museo Histórico del Palatinado de Speyer, recuerda Gizmodo. Pero lo que más ha asombrado a los científicos es que su contenido ha logrado permanecer intacto —con matices— durante tanto tiempo.
La botella de vidrio tiene una capacidad de un litro y medio y cuenta con dos asas en forma de delfines a ambos lados del cuello de la botella. Dicho recipiente se hallaba en la tumba de un noble romano, pero lo más sorprendente fue que el vino, de producción local de aquella época, se conservaba todavía líquido.
Junto a esta botella también se encontraron otras similares, pero destrozadas o vacías. A pesar de haberse considerado abrir la botella para analizar su contenido, la comunidad científica se ha mostrado reacia a ello ya que les preocupa cómo reaccionará el líquido al entrar en contacto con el aire. Además, su contenido no sería 100% vino: según han explicado los investigadores, la botella contiene una gruesa capa de aceite que evitó que el vino se evaporara y algunas hierbas.
El vino, por su parte, presenta un aspecto de masa sólida y oscura con un líquido lechoso. La presencia de aceite, sumado a que probablemente haya perdido el ethanol que tenía, es lo que lleva a los expertos a considerar que aunque no sería letal beberla, no tendría un buen sabor.