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Ciencia Descubrimiento

Un estudio argentino devela el origen de unas enigmáticas neuronas

Un equipo de investigadores de la Fundación Instituto Leloir (FIL), con la colaboración de colegas de otros centros de investigación de Argentina y de Alemania, logró identificar cómo se forma esta clase de neuronas durante fases avanzadas del desarrollo embrionario.

Martes, 12 de Noviembre de 2019
Las "neuronas en contacto con el líquido cefalorraquídeo" se descubrieron hace 100 años, pero su función sigue siendo un misterio. Un trabajo liderado por científicos del Instituto Leloir y del Conicet arrojó luz sobre su formación durante el desarrollo embrionario. "Aún no sabemos el repertorio de funciones que cumplen, pero sí que juegan un rol clave en la ejecución de movimientos", destacó el director del estudio, Guillermo Lanuza, según la Agencia Cyta

“Estas neuronas son interesantes porque se encuentran en una posición anatómica de privilegio, en íntimo contacto con el líquido cefalorraquídeo, que es el fluido que llena los ventrículos cerebrales y el canal central de la médula espinal. Si bien no sabemos aún con precisión el repertorio de funciones que cumplen, esta clase neuronal posee características, propiedades y una localización estratégica que sugieren que juegan un rol clave en la ejecución de movimientos, detectando la calidad y el flujo del líquido cefalorraquídeo”, señaló el director del estudio, Guillermo Lanuza, jefe del Laboratorio de Genética del Desarrollo Neural de la FIL e investigador del CONICET.


El nuevo estudio fue publicado en la revista “Cell Reports”. Lanuza, los dos primeros autores, Daniela Di Bella y Abel Carcagno, también de la FIL, y sus colegas descubrieron que la proteína Ascl1 gatilla el programa genético que produce las neuronas CSF-cNs a partir de células madre multipotentes neurales.

Realizando experimentos en ratones, un modelo animal de investigación que comparte gran parte del genoma con los humanos, los científicos demostraron que, durante el desarrollo embrionario, la proteína Ascl1 actúa como un “interruptor genético” que controla el balance entre la cantidad de neuronas CSF-cNs y los ependimocitos, unas células no-neuronales que a lo largo de la vida actúan como soporte del sistema nervioso.

Los científicos llegaron a esos resultados empleando sofisticadas técnicas de ingeniería genética en ratones, en conjunto con microscopía de última generación y registros electrofisiológicos. Según Abel Carcagno, uno de los dos primeros autores del trabajo e integrante del laboratorio de Lanuza, “los resultados cuestionan el ‘dogma imperante’ que indicaba que en las fases más avanzadas del desarrollo se generaban exclusivamente células no-neuronales del sistema nervioso”. “Durante estas fases avanzadas, la actividad del gen Ascl1 induce la transformación de un puñado de células progenitoras en neuronas y evita que se conviertan en células no-neuronales como lo son las células gliales y ependimarias”, agrega el investigador.

Según Abel Carcagno, uno de los dos primeros autores del trabajo e integrante del laboratorio de Lanuza, “los resultados cuestionan el ‘dogma imperante’ que indicaba que en las fases más avanzadas del desarrollo se generaban exclusivamente células no-neuronales del sistema nervioso”. “Durante estas fases avanzadas, la actividad del gen Ascl1 induce la transformación de un puñado de células progenitoras en neuronas y evita que se conviertan en células no-neuronales como lo son las células gliales y ependimarias”, agregó Lanuza.

Para el doctor Marcelo Rubinstein, quien dirige el Laboratorio de Genes, Cerebro y Conducta del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI), y no participó del estudio, las neuronas CSF-cNs “llaman la atención” por su ubicación en la primera línea de contacto con el líquido cefalorraquídeo y por su capacidad de informar al sistema nervioso acerca de la posición del eje gravitatorio “y los planos de inclinación de un animal respecto del suelo y el cielo durante la secuencia de movimientos que se dan durante un salto, una caída, el vuelo o el nado”.

De acuerdo con Lanuza, la comprensión de los mecanismos moleculares básicos que controlan la diferenciación celular durante la formación del sistema nervioso “es importante para prevenir en el futuro defectos al nacimiento o diseñar estrategias de regeneración frente a lesiones de la médula espinal”.

Del avance también participaron María Lucía Bartolomeu y Nicole Siegel, de la FIL; Antonia Marin-Burgin y María Belén Pardi, del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA), dependiente del CONICET y asociado a la Sociedad Max Planck de Alemania; y Heiko Löhr y Matthias Hammerschmidt, de la Universidad de Colonia, en Alemania.