Superados los siete minutos del terror, InSight ya está posado sobre Marte, con todos sus instrumentos dispuestos para empezar a medir las características del interior del planeta.
El aterrizaje ha podido seguirse en un directo que ha tenido sin respiración a ciudadanos de todo el mundo, tanto en sus casas como en los ochenta eventos de todo el mundo en los que se ha proyectado.
“Amartizar” no es fácil
El momento crítico del aterrizaje son los siete minutos durante los cuales se debe adaptar la velocidad para tocar tierra
A lo largo de la historia once misiones diferentes han tratado de poner vehículos en Marte, algunas de ellas con lamentables resultados durante el aterrizaje. Y no es para menos, pues a pesar de la gran distancia que separa ambos planetas, son los últimos momentos antes de posarse en la superficie marciana los que pueden ser cruciales en su supervivencia. Inmediatamente antes de este momento tienen lugar los conocidos como siete minutos de terror, un periodo durante el cual una sonda que viaja a velocidad supersónica a través de la delgada atmósfera del planeta rojo tiene que disminuir esta velocidad lo suficiente como para poder posarse suavemente sobre el suelo. Si estos parámetros no se adaptan correctamente, las consecuencias pueden ser fatales para la misión.
Los científicos responsables de InSight, conscientes del peligro que entrañaba el viaje que se habían propuesto realizar, habían dotado a la recién aterrizada nave del escudo térmico, el paracaídas y los retro-cohetes que se utilizaron con éxito en la misión Phoenix en 2007. También fue necesario hacer este domingo una pequeña modificación en el rumbo, para ajustar lo máximo posible el lugar de aterrizaje, que había sido programado en el altiplano Elysium Planitia. Todas estas directrices han sido un éxito y el robot ya se encuentra posado sobre esta zona de Marte, enviando los datos de telemetría necesarios para la misión y desempeñando todos los pasos esenciales para su supervivencia.
Dos años para analizar las profundidades de Marte
Durante los próximos dos años InSight se encargará de analizar principalmente cuatro factores concretos, de los que extraerá los datos necesarios para analizar las profundidades del planeta.
El primero de estos experimentos lo llevará a cabo un sismómetro, fabricado entre Francia y Reino Unido, que detectará los terremotos que puedan darse en el planeta. De este modo, también se podrá localizar en qué zona se encuentran las capas de roca y discernir cuál es sus composición. Por otro lado, un instrumento de origen alemán se encargará de medir la temperatura a cinco metros de profundidad, de modo que se pueda calcular qué nivel de actividad tiene actualmente Marte. Por otro lado, el tercer miembro del aparataje analizará cómo se tambalea el planeta sobre su eje. Esto puede dar mucha información interesante, como ha explicado a la BBC la encargada de esta parte de la misión Suzanne Smrekar: "Si tomas un huevo crudo y un huevo cocido y los haces girar, se tambalean de manera diferente debido a la distribución de líquido en el interior. Hoy realmente no sabemos si el núcleo de Marte es líquido o sólido ni cuán grande es ese núcleo. InSight nos dará esta información". Por último, pero no menos importante, el Centro de Astrobiología del CSIC ha colaborado proporcionando los sensores de viento y temperatura con los que se analizarán las condiciones meteorológicas de Marte
Al contrario que los Rovers, InSight se quedará fijo en el lugar que ha aterrizado, por lo que dispone de un brazo robótico que moverá los instrumentos de medición y dos cámaras a color que servirán para saber hacia dónde debe dirigirlos. Todo esto ayudará a los científicos a conocer desde un punto de vista diferente al de la Tierra cómo puede ensamblarse un planeta rocoso a través del tiempo.
Aún queda un tiempo para saberlo, pero la parte más complicada se ha superado con éxito. Por lo pronto, una vez que termine con las primeras medidas después del aterrizaje, el robot está programado para hacer una fotografía de su entorno. El tiempo que tardará en llegar a la Tierra depende de cuál de los satélites que lo custodian sea el primero en captarla. Si lo hace MarCO, podremos verla en menos de una hora. Si se trata de MRO, la enviará una vez que finalice la transmisión de todos los datos de ingeniería. Aunque es imposible saberlo con exactitud, este proceso podría durar unas horas. Finalmente, si el que se convierte en mensajero es el cubesat Odyssey, lo más probable será que haya que esperar hasta mañana para poder ver la primera imagen de una misión, cuyo trabajo no ha hecho más que empezar.