La adrenalina y el cortisol, conocidas como las hormonas del estrés, afectan a órganos vitales y los debilita a largo plazo exponiendo el cuerpo a distintas dolencias e incluso al desarrollo de enfermedades.
Todo el mundo sufre estrés en algún momento de su vida. La muerte de un ser querido, un cambio de trabajo e incluso cualquier responsabilidad cotidiana pueden desencadenar un periodo de estrés.
Y aunque muchos estudios científicos avalan el estrés a corto plazo como un elemento clave en la sobrevivencia, a largo plazo las consecuencias que acarrea para el cuerpo pueden llegar a ser devastadoras si no le ponemos remedio.
Irritabilidad, ansiedad, depresión, dolores de cabeza e insomnio cuentan entre las consecuencias más citadas por los especialistas, todos ellos referidos a síntomas relacionados con el comportamiento o el estado mental.
Pero la adrenalina y el cortisol pueden también afectar y debilitar a distintos órganos o partes del cuerpo, explica el American Institute of Stress (AIS), una organización sin ánimo de lucro que ofrece información sobre el papel del estrés en la salud y la enfermedad.
"Hay una creciente evidencia de vínculos entre un mal manejo del estrés y las enfermedades físicas", afirma el doctor Daniel K. Hall-Flavin en la página web de la Clínica Mayo.
El torrente de hormonas que libera el estrés reduce la respuesta del cuerpo a los invasores exteriores. Virus, bacterias y demás agentes dañinos para la salud lo tienen más fácil para penetrar en nuestro cuerpo.
La psicóloga Kristin Hadfield, de la Universidad de Queen Mary en Londres, le dice a BBC Mundo que "el estrés tiene una gran cantidad de efectos negativos en nuestro cuerpo. Cuando estás estresado, eres más susceptible de contraer enfermedades virales".
La gripe y el resfriado común, así como otras infecciones, son las más comunes, pero el estrés también puede aumentar el tiempo que toma recuperarse de una enfermedad o lesión.
Si hay algo en lo que coinciden los expertos es que el estrés es agotador tanto para el cuerpo como para la mente. Por eso, dice el American Institute of Stress, no es raro perder el deseo sexual en momentos de mucho estrés.
Si el estrés se mantiene durante mucho tiempo, los niveles de testosterona de un hombre pueden comenzar a disminuir. Esto puede interferir con la producción de esperma y causar disfunción eréctil o impotencia.
El estrés crónico también puede aumentar el riesgo de infección para los órganos reproductores masculinos como la próstata y los testículos.
Para las mujeres, el estrés puede afectar el ciclo menstrual. Puede llevar a períodos irregulares, más pesados o más dolorosos.
El estrés crónico también puede magnificar los síntomas físicos de la menopausia.
Acidez estomacal, reflujo, hinchazón o estreñimiento son algunos de los efectos a largo plazo más incómodos cuando el estrés se vuelve crónico.
Además, como respuesta a esta situación el hígado produce azúcar que va a parar directamente al torrente sanguíneo.
Es posible que las personas sometidas durante mucho tiempo a estrés no puedan lidiar con este aumento adicional de glucosa.
Esto implica un aumento del riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
El estrés puede afectar a la digestión y a cómo se absorben los nutrientes en el intestino.
"Puede llevar a deficiencias en la salud mental, la memoria y el aprendizaje, y a una peor regulación metabólica, cuenta Kristin Hadfield
Si ya tiene un problema respiratorio como asma o enfisema, el estrés puede dificultar más la respiración.
En situaciones de estrés, el corazón también bombea más rápido. Las hormonas hacen que los vasos sanguíneos se contraigan y desvíen más oxígeno a los músculos, lo que aumenta la presión arterial.
Como resultado, el estrés frecuente hace que el corazón trabaje demasiado durante demasiado tiempo. Cuando la presión arterial aumenta, también lo hace el riesgo de sufrir un derrame cerebral o un ataque al corazón.
La tensión muscular como consecuencia del estrés puede causar dolores de cabeza, dolor de espalda y hombrosy dolores corporales.
Pero si todos estos síntomas internos fuera poco, el estrés crónico favorece la aparición de desequilibrios en el comportamiento, como los desórdenes alimenticios o el abuso de drogas o alcohol.
"Es difícil pensar en cualquier enfermedad en la que el estrés no pueda desempeñar un papel agravante o en cualquier parte del cuerpo que no esté afectada", explica el American Institute of Stress.