La aprobación del primer Presupuesto de la gestión de Javier Milei en el Senado dejó al descubierto el rol cada vez más acotado de la vicepresidenta Victoria Villarruel, limitada a funciones institucionales y alejada de las negociaciones políticas clave del oficialismo.
La última sesión del año en la Cámara Alta no solo selló el aval parlamentario al Presupuesto 2026, sino que también expuso una reconfiguración interna del poder dentro del Gobierno. Mientras el oficialismo celebraba la sanción de la ley, Villarruel quedó al margen del armado político que permitió reunir los votos necesarios.
Tras las elecciones de octubre y la asunción de los nuevos senadores, con 20 bancas de La Libertad Avanza, el Senado entró en una nueva etapa. Ese cambio no solo impactó en la oposición kirchnerista, que no logró frenar el Presupuesto, sino también en la posición de la vicepresidenta dentro del esquema de poder.
Durante la sesión, Villarruel se limitó a cumplir tareas formales: abrir y cerrar el debate, verificar el quórum y administrar el uso de la palabra, mientras que el seguimiento político quedó en manos del presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala. Las negociaciones con gobernadores y bloques opositores se realizaron por fuera de su órbita.
Desde el oficialismo fueron explícitos al describir el escenario: "La ahora responsable es Patricia Bullrich. Villarruel fue dejada de lado hace rato", admitieron fuentes legislativas.
En el armado que garantizó la aprobación del Presupuesto aparecieron con protagonismo Patricia Bullrich, jefa del bloque de La Libertad Avanza en el Senado; Diego Santilli, ministro del Interior; y Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. Los tres posaron juntos tras la votación, en una imagen que funcionó como mensaje político.
Bullrich celebró en redes sociales la sanción del Presupuesto, destacando el equilibrio fiscal, el orden y el crecimiento, mientras que Santilli remarcó que se trató de un hecho inédito por la combinación de ajuste del gasto y aumentos de partidas por encima de la inflación en áreas consideradas prioritarias.
En la Casa Rosada no ocultan la decisión de mantener a Villarruel al margen de la rosca política. La exclusión no se limita a las negociaciones parlamentarias, sino que se extiende a reuniones informales y encuentros del círculo más cercano del Presidente en la Quinta de Olivos.
Con este nuevo esquema, la actividad política del Senado dejó de pasar por el despacho de la vicepresidenta. En cambio, los funcionarios del Ejecutivo comenzaron a frecuentar la oficina de Bullrich, desde donde ya se trabaja en el próximo objetivo legislativo del oficialismo: la sanción de la reforma laboral prevista para febrero.