China lanzó nuevos ejercicios militares a gran escala alrededor de Taiwán, que respondió con alerta total y denunció intimidación militar, en un contexto de creciente tensión regional y fricciones con Estados Unidos y Japón.
El Gobierno de Taiwán condenó los ejercicios y acusó a Beijing de "intimidación militar", mientras que su Ministerio de Defensa aseguró estar "totalmente en alerta" y dispuesto a adoptar medidas concretas para defender la democracia y la libertad en la isla.
En los últimos años, China intensificó su presión militar sobre Taiwán, considerado desde hace tiempo un posible foco de conflicto en una región marcada por disputas estratégicas, incluso con simulaciones de bloqueos y operaciones de cerco.
Según el Comando del Teatro Oriental del Ejército Popular de Liberación (EPL), los ejercicios anunciados este lunes incluyen entrenamientos de:
Ataques de precisión
Preparación para el combate
"Bloqueo y control sistémico"
y "disuasión fuera de la cadena de islas".
La Guardia Costera china también inició patrullas en aguas cercanas a Taiwán. Hasta las 15 horas locales se detectaron:
14 buques de guerra del EPL,
14 embarcaciones de la Guardia Costera,
un grupo de asalto anfibio de cuatro barcos,
y 89 aviones militares operando alrededor de la isla y sus territorios periféricos.
Beijing aseguró que las maniobras constituyen una "advertencia seria" a las fuerzas que promueven la independencia de Taiwán y a actores externos, en una alusión implícita a Estados Unidos y sus aliados. Desde China sostienen que se trata de una acción legítima para preservar la soberanía y la unidad nacional.
Desde Taipéi, la portavoz presidencial Karen Kuo afirmó que los ejercicios socavan la seguridad y estabilidad del statu quo en el estrecho de Taiwán y desafían abiertamente el orden internacional. El presidente Lai Ching-te reiteró su defensa de la soberanía taiwanesa, aunque sin avanzar hacia una declaración formal de independencia.
La escalada coincide con el anuncio de un acuerdo militar entre Estados Unidos y Taiwán por US$ 11.100 millones, que incluye sistemas HIMARS, misiles, drones, artillería y software militar. Beijing calificó el pacto como una violación de su soberanía y un factor desestabilizador para la región.
China considera a Taiwán su principal "línea roja" en las relaciones con Washington y sostiene que el respaldo militar estadounidense alienta a las fuerzas independentistas.
Analistas señalan que los ejercicios reflejan un énfasis creciente en la simulación de bloqueos y en la negación del acceso militar extranjero al área, una estrategia que podría difuminar la frontera entre maniobras y preparativos reales de conflicto.
Las fricciones también se intensificaron con Japón, tras declaraciones de su primera ministra sobre una posible respuesta militar ante un intento chino de tomar Taiwán por la fuerza.
Mientras tanto, Beijing acompañó el despliegue con propaganda nacionalista y mensajes dirigidos a su público interno, en un escenario en el que la duración y el alcance final de los ejercicios aún no están claros.