Observadores no descatan que su salida sea el comienzo de un exilio para el depuesto mandatario africano.
El derrocado expresidente de Mali, Ibrahim Boubacar Keita, viajó el sábado (05.09.2020) de la capital Bamako a los Emiratos Árabes Unidos para recibir atención médica, dos semanas después del golpe de Estado militar en su contra, informaron fuentes aeroportuarias, familiares y de la junta militar.
Keita "salió por vuelo especial de Bamako esta noche para Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) para recibir atención médica", dijo una fuente aeroportuaria. Su salida de Malí fue confirmada por su familia y la junta que lo derrocó.
El exgobernante de 75 años, que había llegado al gobierno en 2013, fue derrocado el 18 de agosto por un golpe militar, tras dos meses de crispación política.
Boubacar Keita fue hospitalizado el pasado martes tras sufrir una especie de derrame cerebral. Obtuvo permiso de la junta militar golpista para viajar fuera del país, teóricamente con el compromiso de regresar.
El depuesto mandatario y otros responsables de su gobierno disuelto podrían ser encausados por distintos delitos de corrupción.
Aunque tenía el apoyo de la comunidad internacional y de la Comunidad de Estados de África del Oeste (CEDEA0), Keita se enfrentaba a una creciente protesta, acusado de incapacidad para hacer frente a la violencia yihadista e intercomunitaria y a la crisis económica y social, en medio de una corrupción endémica del poder.
A fines de agosto, la CEDEAO reclamó a la junta militar que dio el golpe de Estado en Malí el retorno rápido de los civiles al poder y elecciones en un plazo de 12 meses.
Los grupos terroristas Al Qaeda del Magreb Islámico y Al Murabitun reivindicaron el atentado contra el hotel Radisson Blu en Bamako, en el que los islamistas tomaron como rehenes a 170 personas. Decenas de huéspedes y empleados del hotel lograron escapar. 18 personas podrían haber muerto. El hotel alberga a muchos diplomáticos y periodistas de todo el mundo.
En el país existen muchos grupos armados. Por ejemplo, las milicias islamistas Ansar Dine, que se autodenominan “Defensores de la Fe” y que están bajo el mando de Iyad Ag Ghaly. Desde 2012, luchan por un Estado islámico en el norte de Mali.
En 2012, Ansar Dine se hizo en poco tiempo con el control de amplias regiones del norte de Mali. Allí las milicias establecieron un régimen de terror, por ejemplo, cortaban las manos a presuntos ladrones y lapidaban a presuntos adúlteros. Ansar Dine llamó la atención mundial por la destrucción sistemática del valioso patrimonio cultural del país, como esta mezquita del siglo XV en Tombuctú.
También la guerra en Libia atizó el conflicto en Mali. Como consecuencia del caos y de los enfrentamientos armados tras el derrocamiento del dictador Gadafi, a partir de 2011 grandes cantidades de armas y numerosos combatientes cruzaron la frontera de Mali.
Después de haber luchado conjuntamente durante cierto tiempo, las milicias islamistas desplazaron también a los rebeldes tuareg más moderados. Por ejemplo al Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), que lucha por un territorio independiente de la tribu tuareg en el norte de Mali.
A principios de 2013, los islamistas amenazaban con entrar en la capital, Bamako, ante lo cual el presidente francés, François Hollande, ordenó una operación militar contra los rebeldes. Hasta el verano de ese año, los franceses lograron reconquistar, con el apoyo de tropas malíes y de África Occidental, las ciudades más importantes del norte de Mali, en el marco de la llamada Operación Serval.
Alrededor de 10.000 soldados de la ONU deberán preservar la frágil paz en Mali. También el Ejército alemán ha enviado a 200 soldados al sur del país. Además, en la capital de Bamako están estacionados otros 50 soldados germanos, en el marco de una misión europea de entrenamiento para el ejército local. En la imagen se puede ver a la ministra de Defensa alemana visitando a las tropas en Mali.
No obstante, rebeldes y delincuentes no dejan que el país recobre la tranquilidad. Las noticias sobre atentados y secuestros están a la orden del día. En años recientes, cientos de miles de malíes se han visto obligados a abandonar su país. Los niños en la imagen viven en un campamento de refugiados en el país vecino, Burkina Faso.
Autor: Peter Hille