El rey de Arabia Saudita, Salman bin Abdelaziz, inauguró en medio la noche, tras romper el ayuno de Ramadan, el mes sagrado del islam, la primera de tres cumbres internacionales con países islámicos aliados con un mensaje contra Irán y su presunto intento de "desafiar la paz" en Medio Oriente.
Y, agregó: "El reino va a trabajar para mantener la paz y la seguridad de la zona y para evitar la gravedad de una guerra."
"Pedimos el uso de todos los medios para impedir que el régimen iraní interfiera en los asuntos internos de otros países y patrocine actividades terroristas en la región y en el mundo", concluyó el rey desde el palacio real Al Safa, ubicado al lado de la Gran Mezquita de La Meca, según la agencia de noticias EFE.
La monarquía saudita aprovechó la cumbre de la CCG para ratificar sus denuncias contra Irán, al que acusa de haber atacado este mes uno de sus oleoductos y varios barcos petroleros en el Golfo Pérsico, el accidente geográfico que comparten ambas potencias.
Estos presuntos ataques escalaron de inmediato la retórica beligerante en la región y hace semanas que tanto Arabia Saudita e Irán hablan de la posibilidad de una guerra.
En paralelo, la tensión también creció entre el gobierno de Irán y el de Estados Unidos por el despliegue militar norteamericano en la región y la decisión del presidente Donald Trump de abandonar el acuerdo nuclear y volver a imponer sanciones financieras y comerciales.
Hoy Arabia Saudita intentó redoblar la presión regional sobre Teherán. Organizó una triple cita diplomática: una cumbre extraordinaria de la CCG y otra de la Liga Árabe, y la reunión anual de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), prevista para mañana viernes.
Además, eligió como sede La Meca, una ciudad sagrada a la que solo pueden entrar musulmanes, lo que excluyó a algunos líderes regionales como el presidente del Líbano, el cristiano Michael Aoun, y obligó a gran parte de la prensa internacional a informar desde la localidad de Yedda, a unos 80 kilómetros.
Hace unas semanas, durante una visita oficial en Irak, el canciller iraní, Mohamed Javad Zarif, se había mostrado interesado en alcanzar un pacto de no agresión con sus vecinos del Golfo Pérsico.
La propuesta de Zarif no fue retomada públicamente por ningún líder regional; sin embargo, analistas internacionales pronosticaron que algunos países como Qatar, Omán e Irak utilizarían sus buenos vínculos con Irán para intentar mediar y conseguir una distensión.
El único gesto en este sentido, por ahora, ha sido la participación del primer ministro de Qatar, el sheikh Abdullah bin Nasser, el funcionario de mayor nivel de esa monarquía que pisa Arabia Saudita desde que la potencia encabezó un boicot regional en su contra en 2017.