El cofundador de Apple ofreció un reflexivo discurso en 2005, durante la graduación de los estudiantes en la Universidad de Stanford
En 2005, el genio informático pronunció un discurso que pasaría a la historia como una recopilación de consejos y aprendizajes que dejaría el empresario. Sucedió en medio del evento de graduación de los alumnos de la Universidad de Stanford de aquella promoción. En LA NACION, hacemos un repaso por las cinco lecciones más trascendentales sobre la felicidad y el ámbito laboral.
Steve Jobs insistió en no conformarse con lo que llega, sino en buscar los objetivos que uno desea y luchar hasta alcanzarlos. El informático reflexionó acerca del despido de Apple, la empresa que cofundó, y advirtió que, posteriormente, se dio cuenta de que fue una de las mejores cosas que le pasaron, porque le permitió liberarse de una gran presión que sentía.
El cofundador de Apple señaló como otra de sus mejores decisiones en la vida el hecho de dejar la universidad, Reed College, apenas a los seis meses de su comienzo. Sin un plan establecido, se aventuró a descubrir qué le depararía el día a día. Su interés se enfocó en lacaligrafía, que posteriormente lo ayudó a sus capacidades para influir en el diseño del primer ordenador Macintosh.
Jobs insistió en aprovechar cada segundo. “Si vivís cada día de tu vida como si fuera el último, seguro que algún día tendrás razón”, apuntó. El genio informático atravesó etapas difíciles a lo largo de su vida, como la precariedad en la infancia, un despido masivo o la enfermedad de cáncer de páncreas que terminó con su vida. Por ello, el empresario insistió en vislumbrar el lado positivo y en continuar en la lucha a la espera de que las situaciones mejoren.
Steve Jobs compartió una profunda reflexión en medio de su discurso en 2005. “No dejes que el ruido de las opiniones de los demás ahogue tu propia voz interior”, sentenció. Y agregó: “Y, lo más importante, tené el valor de seguir tu corazón y tu intuición. De alguna manera, ellos ya saben lo que realmente querés llegar a ser. Todo lo demás es secundario”.
Ante los estudiantes que escucharon al informático con atención aquel día de hace 18 años, Jobs los motivó a perseguir aquello que los haría felices. “Cada mañana, me miro al espejo y me pregunto: ‘Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?”, contó. Y concluyó: “Siempre que la respuesta fue ‘no’ durante demasiados días seguidos, sé que tengo que cambiar algo”.