Durante años se estudió la importancia de la vitamina D en el metabolismo óseo y muscular, observándose que el déficit se asociaba al incremento en el riesgo de fracturas óseas y debilidad muscular.
En 1969 se descubrió el receptor nuclear para la vitamina D; y en décadas posteriores numerosos trabajos mostraron su influencia en diversos sistemas además del musculoesquelético. ¿Qué es la vitamina D? ¿Es frecuente su deficiencia en el cuerpo? ¿Cuál es su rol en los tratamientos de reproducción asistida?
La vitamina D es una hormona esteroidea. Su principal fuente de producción es la piel donde por la conversión de 7-dehidrocolesterol, bajo la influencia de la radiación ultravioleta de la luz solar, se genera la vitamina. Solo entre el 5 y el 10 % se incorpora en la dieta a través de pescado, huevo y lácteos fortificados. Su activación se logra al pasar por el hígado y luego por el riñón.
Recientes hallazgos confirman esta observación al encontrarse receptores para vitamina D en diferentes tejidos: reproductivo, cerebro, próstata, sistema inmune, hipófisis, tejido mamario, colon, médula ósea, placenta y hasta en células cancerosas. La importancia de la deficiencia de vitamina D radica en que su déficit se ha asociado a la ocurrencia de cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes, osteoporosis, depresión, e incluso complicaciones durante el embarazo e infertilidad.
La asociación de la vitamina D con la fertilidad surge de la observación de la tasas de embarazo, que son menores durante invierno y otoño, motivando el estudio del rol de la vitamina y la exposición solar en la reproducción. Según la Endocrine Society and Metabolism, los niveles de vitamina D deseados en sangre son mayores a 30 ng/ml, considerándose insuficiencia valores entre 20 y 30 ng/ml, y deficiencia cuando están por debajo de 20 ng/ml. Actualmente, el déficit de vitamina D es considerado un problema de salud pública, y se observa que entre el 20% y el 50% de las pacientes en edad reproductiva lo presentan.
Asimismo, numerosos trabajos avalan su importancia como potente antiinflamatorio e inhibidor de la replicación celular cobrando un rol importante en patologías como la endometriosis. Por otra parte, tiene también efecto insulinosensibilizante, lo que presenta importancia en pacientes con síndrome de ovario poliquístico. En esta misma línea, durante la implantación tiene importancia su efecto antibacteriano, antiinflamatorio y favorecedor de la diferenciación en las células placentarias.
Más evidencia nos llega de un estudio publicado en la revista Human Reproduction (del corriente año) que correlacionó el estatus serológico de la vitamina D y los resultados reproductivos en pacientes que realizaban tratamientos de reproducción asistida, observando mejores tasas de embarazo en aquellas pacientes con valores suficientes de vitamina D en sangre. También, se observó mejora en los parámetros seminales de movilidad y recuento de espermatozoides en aquellos varones con niveles circulantes deseados de vitamina D luego de la suplementación.
Entonces, si se evalúan los efectos clásicos y no clásicos de la vitamina D, y su rol emergente en los tratamientos de reproducción asistida, sería conveniente definir nuevamente los valores deseables en sangre, ya que los contemplados actualmente se han establecido en base a los efectos biológicos sobre el metabolismo mineral óseo.
No obstante, es recomendable lograr al menos los niveles deseados de vitamina D en mujeres que planeen tratamientos de reproducción asistida o emprendan la búsqueda de embarazo, considerando los efectos beneficiosos sobre el metabolismo fosfocálcico, el logro del embarazo y la prevención de complicaciones durante el mismo como la preeclampsia, diabetes gestacional y restricción del crecimiento intrauterino.
Por eso, siempre es aconsejable realizar una consulta médica que permita conocer estas variables en pos de la búsqueda que se inicie.
(*) Miembro del equipo de Fertilidad de Halitus Instituto Médico