El cirujano Marcelo Nahin, voluntario de Cascos Blancos, detalló su experiencia a bordo del USNS Comfort, de la Marina de los Estados Unidos.
Marcelo Nahin es médico cirujano especializado en intervenciones cardiovasculares (MN 84 982) y junto a la Dra. Marilina Zabalo fueron los dos médicos argentinos que estuvieron en el buque hospital más grande del mundo. Se trata del USNS Comfort, de la Marina de los Estados Unidos. Como voluntarios de Cascos Blancos, durante una semana atendieron pacientes en el tramo Riohacha (Colombia) de la misión humanitaria.
“La experiencia es alucinante. Es como estar en un set de filmación, salvo que todo es cierto”, describió con entusiasmo Nahin en diálogo con ConBienestar. Esta es la primera vez que el médico, oriundo de Azul (Provincia de Buenos Aires), participa de una actividad de esta naturaleza.
Con sus ojos de neófito, pudo aprender, absorber y luego describir muchas particularidades de la labor en el buque, así como también del diálogo con el resto de la tripulación. “Por cuestiones de seguridad, operamos durante una semana a 25 millas náuticas de la costa, así que los pacientes y los especialistas eran trasladados en cuatro helicópteros”, recordó.
El buque cuenta con 12 quirófanos, ubicados en la parte media porque “es la más estable”, mil camas, una farmacia, el banco de sangre móvil más grande del mundo y una terapia intensiva con lugar para 120 pacientes. Está equipado con la última tecnología y en su staff hay más de 200 médicos, enfermeras y técnicos militares estadounidenses junto a 60 voluntarios profesionales.
“Estar arriba del buque me permitió conocer otras formas de hacer las cosas y de intercambiar experiencias y conocimientos con colegas de otros países. Siempre es enriquecedor el diálogo”, afirmó. “Además, tenés contacto con otros pacientes, que en general están muy agradecidos por la atención. En particular, el sistema sanitario de Colombia está desbordado por la inmigración venezolana”, agregó.
Pero, ¿cómo funcionan estas misiones? Nahin explica que unos días antes se avisa a las autoridades locales que el barco llegará para que las personas que necesiten se anoten en una lista. Luego, se realiza una preselección en base a la cantidad y el tipo de intervenciones que pueden realizarse –en el buque se realizan operaciones de baja y media complejidad, como cataratas, hernias o vesícula–. Cuando el barco atraca, se arman en tierra clínicas temporarias donde se confirman los diagnósticos y se hace atención clínica, para luego comenzar las cirugías (hasta 25 por día).
“Fue la experiencia más increíble que viví. Ni en mis mejores sueños imaginé que iba a operar en altamar. Además, fue un honor convivir y trabajar con los médicos de la Marina de Estados Unidos”, concluyó.
Fuente:TN