Ese cuerpo celeste se dirige ahora a rápida velocidad hacia el vacío intergaláctico. La observación, la logró un grupo de astrónomos de casualidad.
Un agujero negro supermasivo expulsó a una estrella superrápida del centro de la Vía Láctea y se dirige ahora hacia el vacío intergaláctico, un fenómeno observado por primera vez por un grupo internacional de astrónomos de Australia, Chile, Estados Unidos y Reino Unido.
El descubrimiento tiene gran importancia porque si bien se sabía ya de la existencia de las estrellas superrrápidas, nunca se había demostrado que éstas podían ser expulsadas por agujeros negros, de acuerdo a un comunicado este miércoles de la Universidad Nacional Australiana (ANU).
La estrella, que viaja a una velocidad de seis millones de kilómetros por hora, abandonará nuestra galaxia -para no volver- dentro de cien millones de años, un período que en términos astronómicos es bastante corto, explicó Gary Da Costa, astrónomo de la ANU.
"Es probable que abandone nuestra galaxia muy pronto y que se desplace a través del vacío del espacio intergaláctico por toda la eternidad", precisó el astrónomo al comentar este desalojo causado por el agujero negro Sagittarius A, que está en el centro de la Vía Láctea y cuya masa es cuatro millones de veces más que la del Sol. La velocidad con la que se desplazaba la estrella S5-HVS1 es "diez veces más rápida que la mayoría de las estrellas de la Vía Láctea, incluyendo el Sol", precisó Da Costa en el comunicado.
Thomas Nordlander, astrónomo de la ANU, comentó que los agujeros negros supermasivos pueden lanzar estrellas interactuando con un sistema estelar binario, en el que dos estrellas orbitan una alrededor de la otra.
"Si tal sistema binario se acerca demasiado a un agujero negro éste puede capturar una de las estrellas en una órbita cercana y expulsar a la otra a muy alta velocidad", indicó el científico que participó en este estudio publicado en la revista Monthly Notices de la Sociedad Real Astronómica del Reino Unido.
El descubrimiento de este evento astronómico se realizó de casualidad cuando el equipo de científicos liderados por Sergey Koposov de la Universidad Carnegie Mellon, en Estados Unidos, buscaba los restos de galaxias pequeñas que orbitan la Vía Láctea.
"La estrella está a solo 29.000 años luz de distancia, es decir está bastante cercana para los estándares galácticos. Esto nos permitió medir su trayectoria con mucha precisión", explicó Dougal Mackey, otro astrónomo de la ANU que participó en el estudio.