Expertos de la Universidad de Cambridge desarrollaron un estudio que demostró que la pobreza, la enfermedad o los conflictos familiares son disparadores de problemas en la salud mental, aunque pueden ser revertidos. Los detalles
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, junto con colegas en Nigeria, ha revelado la interacción entre la adversidad en la vida temprana, las dificultades de salud mental y el funcionamiento cognitivo a lo largo de la infancia.
Los resultados, publicados en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, muestran que la salud mental infantil influye en la medida en que la adversidad en la vida temprana impacta en el funcionamiento cognitivo posterior.
El equipo de la Unidad de Cognición y Ciencias del Cerebro de MRC, de la Universidad de Cambridge, utilizó una técnica estadística diseñada para determinar en qué medida la salud mental afecta la relación entre la adversidad en la primera infancia y el funcionamiento cognitivo más adelante.
Descubrieron que la adversidad en la vida temprana se asocia con un rendimiento más bajo en la memoria de trabajo y el vocabulario a través de su impacto en la salud mental durante la infancia. Por ejemplo, una salud mental más deficiente entre los 3 y los 14 años como resultado de la adversidad en la vida temprana representó el 59% de la variación en el desempeño más deficiente de la memoria de trabajo a los 11 años y explicó el 70% del desempeño más deficiente en vocabulario a los 14 años.
Esto sugiere que la exposición a la adversidad en este momento sensible del desarrollo tiene un impacto negativo a largo plazo en la salud mental. También encontraron que las disminuciones en las dificultades de salud mental con el tiempo se asociaron con mejoras en la memoria de trabajo y el vocabulario. Esto sugiere que si las dificultades conductuales y psicológicas pueden abordarse cuando los niños son pequeños, los efectos de la adversidad de la primera infancia en la cognición posterior podrían aliviarse.
Los investigadores indicaron que, en un momento de crecientes desafíos de salud mental entre adolescentes y jóvenes, empeorados por los factores de riesgo contemporáneos como conflictos, pandemias y cambio climático, los educadores y los médicos deben centrarse en desarrollar la resiliencia en los niños que han experimentado problemas tempranos.
“De esta manera, podemos esperar romper las dificultades de salud mental autosostenibles que enfrentan las personas que han experimentado adversidades en su primera infancia”, concluyó Nweze. De este trabajo también participaron Michael Ezenwa, Cyriacus Ajaelu y Chukwuemeka Okoye.