Con la inclusión en esta lista negra, los ciudadanos o empresas estadounidenses no podrán hacer negocios con el Havin Bank, cuyas propiedades dentro de la jurisdicción estadounidense quedan también bloqueadas.
El Gobierno estadounidense incluyó en su lista de entidades sancionadas por el Departamento del Tesoro al Havin Bank, un banco estatal cubano que opera en Londres, dentro de sus esfuerzos por cortar la financiación al Gobierno de La Habana.
La Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC) incluyó en su lista de entidades sancionadas al también llamado Havana International Bank, que dice especializarse en prestar servicios de banca mayorista para el mercado cubano.
Cualquier compañía extranjera que use el sistema financiero de Estados Unidos también podría violar las sanciones del Departamento del Tesoro si hace negocios con dicho banco.
La Administración del presidente de EE. UU., Donald Trump, ha impuesto sanciones al Gobierno cubano con el fin de limitar el flujo de fondos que "benefician de forma desproporcionada al Ejército cubano, la inteligencia y los servicios de seguridad a expensas del pueblo cubano", según han reconocido sus funcionarios.
El Havin Bank Ltd. se estableció en Londres bajo el nombre de Havana International Bank Ltd. (HIB) el 3 de octubre de 1972 como una sociedad anónima privada que efectúa actividades que anteriormente le realizaba el Banco de Inglaterra al Gobierno cubano, según explica en su página web.
Entre sus actividades menciona atraer, recibir y mantener fondos a la vista o depósitos a plazo, otorgar financiamiento, realizar operaciones con papel comercial negociable y "todas las formas de actividad bancaria internacional".
La Habana de 2019 (aquí desde la cúpula del Capitolio, antes de una tormenta y a través de una malla protectora de construcción) celebra 500 años de su fundación. Sven Creutzmann y Bert Hoffmann, un fotógrafo y un politólogo alemanes que han acompañado a la ciudad y a su gente por tres décadas, le regalan un imponente álbum ilustrado: “Havanna. Im Herzen Kubas” (La Habana. En el corazón de Cuba).
El álbum dedica un capítulo a la relación de los habaneros con Fidel Castro, el hombre que, "para bien o para mal", marcó al país y la vida de su gente "como ningún otro". Aquí: con gorra militar verdeolivo, rodeado de guardaespaldas, pero en "una situación confusa, que otros jefes de Estado habrían evitado", durante "el Maleconazo", la revuelta del 5 de agosto de 1994.
"No sé lo que hace hoy ese niño a la izquierda de la foto. Pero todavía sé su nombre: Lazarito Castro", cuenta el escritor Leonardo Padura, una voz habanera en el libro. Lazarito no era familia de Fidel, pero se vio convertido en una especie de "asesor" simbólico por él. En la foto, de 2002, Fidel pierde una de 11.000 simultáneas de ajedrez en la Plaza de la Revolución, acompañado por Lazarito.
En julio de 2006, otro cubano escucha un discurso de Fidel Castro en el salón de su casa, donde también parquea su Chevrolet. Omnipresentes en la ciudad, los habaneros los llaman "almendrones". Hoffmann asume el reto de obviar el habitual cliché que representan, describiendo también los "oldtimer" soviéticos, Lada y Moskvich: "el malabarismo de hacerlos caminar 30 años en el trópico es el mismo".
Recién publicado por la editorial Frederking & Thaler, en un formato espectacular, con 320 páginas y alrededor de 250 fotos, el volumen muestra cómo los habaneros se han relacionado con Fidel y la representación de su figura en las últimas décadas. Este señor espera el inicio de una manifestación, con un cuadro desmontado de una pared como pancarta. Es agosto de 2006 y Fidel ha dejado el poder.
En áreas comunes, antiguos patios interiores coloniales, parques, aceras y, a veces, incluso a un lado de la calle, los habaneros, los cubanos, juegan dominó, ajedrez, comparten vida en comunidad. De fondo, no pocas veces, la arquitectura habanera se desmorona.
"La Habana es una ciudad de escenarios", escribe Hoffmann. El mayor y más conocido es el largo muro y paseo marítimo conocido como Malecón. "Pero más que todo, La Habana es una ciudad de incontables pequeños escenarios... para la representación de la vida cotidiana". Maikel e Idelbis se preparan para ser bailarines de Tropicana, un famoso espectáculo de cabaret al aire libre para turistas.
Esta pareja habanera baila en la sala de su casa, durante la Nochebuena de 1992, junto a su árbol de Navidad, a la vista del Ché Guevara.
Sven Creutzman recuerda que, para un reportaje sobre la vida en los techos de La Habana, descubrió esta vivienda de madera junto al equipo con que trabajaba, desde otro techo. Tras días intentando sacar una buena foto, apareció Edwin, estilista y cantante de ópera y se puso en ensayar: ¡Mozart!, con el Capitolio de fondo.
Alta tecnología, en el Instituto Cubano de Oftalmología, Ramón Pando Ferrer, conocido por los habaneros como "La Ceguera", pacientes de toda América Latina fueron operados durante la denominada "Operación Milagro".
La producción de acero en la planta siderúrgica más grande de Cuba, la Antillana de Acero, en 2011, en el Cotorro, un barrio periférico de La Habana al que no se asoman los turistas. Aún más lejos del centro que la finca Vigía, donde una vez vivió Hemingway, en la vecina San Francisco de Paula.
El metrobús, más conocido por los habaneros como "camello", transporte urbano con contacto de cuerpo entero en La Habana de 2005. La "innovación" surgió durante la crisis de la década de 1990: dos autobuses de la desvanecida era soviética, unidos entre sí sobre un tráiler y ruedas de camión, con capacidad para 200 personas, y una sección baja en el centro para permitir el acceso de pasajeros.
Tras 60 años de socialismo, la "fiesta de quince", esa costosa presentación y baile de señoritas en sociedad, de origen tan burgués, sigue siendo tradición en la isla. El lente de Sven Creutzman observa tras bambalinas, a quienes observan tras bambalinas a las princesas cubanas, envueltas en tul rosado, en un patio habanero.
Así se vota en La Habana y en toda Cuba, por los candidatos de base. En este barrio habanero, inicia el proceso electoral para las elecciones parlamentarias, en 2017.
Pese a los "nuevos tiempos" y las reformas introducidas por Raúl Castro, tras heredar el poder de su hermano Fidel, la disidencia sigue siendo ilegal en Cuba. En la foto: el periodista disidente Reinaldo Escobar (camisa de puntos blancos), asediado por agentes de seguridad vestidos de civil y militantes oficialistas, para impedirle la protesta pública, en noviembre de 2009, en una calle habanera.
Niños pioneros gritan consignas políticas para exigir el regreso de Elián González a Cuba junto a su padre, tras sobrevivir al naufragio de una balsa de emigrantes en 1999, en el que murió su madre. Esta manifestación de unos 150.000 estudiantes junto al Malecón, el muro que separa al mar de La Habana, pasaba frente a la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, hoy embajada.
Ernesto, de siete años, cierra este libro, un retrato y homenaje a La Habana y los habaneros. En la contratapa, descansa sobre la defensa de un "almendrón", en La Habana Vieja.
Sven Creutzmann llegó a La Habana por primera vez en 1988 y es hoy el único fotógrafo alemán permanentemente acreditado en la isla. El politólogo Bert Hoffmann, que no ha dejado de investigar sobre la ciudad y el país desde 1990, dirige hoy el buró berlinés del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales (GIGA).
Autor: Rosa Muñoz Lima