Las fuerzas rusas en Siria realizaron este miércoles sus primeras patrullas cerca de la frontera turca, para garantizar la retirada de los combatientes kurdos, en el marco de un acuerdo pactado entre Moscú y Ankara para expulsarlos de la zona.
El presidente estadounidense, Donald Trump, consideró un "gran éxito" el hecho de haber creado una "zona de seguridad" entre Siria y Turquía, y declaró desde la Casa Blanca: "ordené al secretario del Tesoro levantar todas las sanciones impuestas el 14 de octubre en respuesta a la ofensiva original de Turquía".
En una reunión, el martes en Sochi, Rusia, el presidente Valdimir Putin y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, concluyeron un acuerdo en vistas a la retirada total de las fuerzas kurdas de la zona, y al control común de una parte de la frontera sirio-turca.
Este pacto significa el fracaso de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), cuya columna vertebral es la milicia kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG), que habían ayudado a la coalición internacional liderada por Washington a luchar contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).
El ministerio de Defensa ruso indicó este miércoles que su policía militar había llevado a cabo su primera patrulla en el norte de Siria, aunque no aportó más detalles.
Según el acuerdo ruso-turco, calificado de "histórico" por Erdogan, las fuerzas de las YPG tienen que retirarse con todo su armamento en un plazo de "150 horas a partir de las 12H00 (09H00 GMT) del 23 de octubre", más allá de 30 km de la frontera entre Turquía y Siria.
Este miércoles, se producían escenas de rabia y desesperación en Qamichli, una ciudad fronteriza en el extremo norte de Siria, considerada como la capital "de facto" de los kurdo-sirios. Esta localidad fue excluida de la "zona de seguridad" del acuerdo de Sochi.
Varios cientos de vecinos se congregaron por la mañana para gritar eslóganes contra el poder turco, constataron periodistas de la AFP.
"Este acuerdo está al servicio de los poderes extranjeros, y no del pueblo", se lamentaba Talat Yundes, un responsable de la administración kurda.
Para él, "el objetivo de Turquía es matar, expulsar a los kurdos y tenerlos bajo su ocupación".
Turquía, que lanzó el 9 de octubre una ofensiva en esta región, tras recibir el visto bueno (de hecho) de Trump, anunció el 17 de octubre una tregua de cinco días que terminó el martes por la noche.
Conforme a la demanda de Ankara para prolongar el alto el fuego, las FDS anunciaron la retirada de "todos (sus) combatientes y fuerzas de seguridad" de una zona de 120 km de largo, entre las ciudades de Tal Abyad y Ras Al Aín.
- Levantamiento de sanciones -
El presidente turco advirtió este miércoles que tomaría "todas las medidas necesarias" si el acuerdo de retirada de las YPG, consideradas como "terroristas" por Ankara, no se respetaba.
Turquía interrumpió su ofensiva tras un acuerdo con Estados Unidos que preveía la retirada de las YPG a más de 30 km de distancia de la frontera turca, en una franja de 120 km. Pero Ankara quiere asegurarse de que las fuerzas kurdas abandonen toda la zona fronteriza, que se prolonga a lo largo de más de 400 km.
En este sentido, Erdogan alcanzó el martes con Putin otro acuerdo, según el cual Moscú tiene que facilitar la retirada de las YPG de las otras zonas de la frontera turca, entre el Éufrates e Irak.
Ante esto, el presidente estadounidense Donald Trump anunció este miércoles el levantamiento de las sanciones impuestas a mediados de octubre a Turquía a raíz de la ofensiva de Ankara contra los kurdos.
Al mismo tiempo, las fuerzas sirias se dirigían también este miércoles hacia la zona fronteriza, a pedido de los kurdos.
El presidente sirio, Bashar Al Asad, aseguró el martes que estaba "dispuesto a apoyar cualquier (...) resistencia a la agresión turca".
Ankara indicó este miércoles que contaba con Moscú para poner en marcha el acuerdo de Sochi, ya que no tiene "total confianza" en el régimen de Damasco. El texto prevé que rusos y sirios trabajen juntos "para facilitar la salida" de todos los combatientes de las YPG y su armamento.
Turquía, que apoya a los grupos rebeldes opuestos a Bashar Al Asad, teme que el régimen sirio permita a las fuerzas kurdas permanecer en algunas zonas.