El Gobierno estadounidense elevó el cupo de 20.000 a más de 80.000 toneladas en medio de un plan para contener precios y aumentar la producción doméstica; la medida fue acompañada por incentivos ganaderos y dejó al frente cuestionamientos sobre sanidad animal.
Estados Unidos decidió cuadruplicar la cuota de importación de carne vacuna argentina, al elevarla desde 20.000 toneladas hasta poco más de 80.000 toneladas, según consta en un documento oficial del Departamento de Agricultura (USDA). La medida llega en paralelo a un plan de incentivos para impulsar la producción local y atenuar el aumento de precios que se trasladó al consumidor por la escasez de oferta.
Como parte de la estrategia, la administración estadounidense dispuso facilitar el pastoreo en tierras federales, aumentar subsidios al seguro y reducir costos para pequeños procesadores. Sin embargo, la ampliación del cupo argentino fue la medida que más repercusión provocó entre los productores nacionales y estadounidenses.
En ese marco, la secretaria agrícola Brooke Rollins buscó moderar el impacto público y explicó en una entrevista con CNBC que los estadounidenses consumen cerca de 12 millones de toneladas métricas de carne bovina al año, de las cuales 10 millones son de producción local. En relación con el ingreso de mayor volumen argentino al mercado norteamericano afirmó: "vamos a tener más información en los próximos días, pero como parte de esas doce millones de toneladas métricas, no será mucho lo que compremos".
Rollins también subrayó la necesidad de preservar la seguridad sanitaria y advirtió: "Argentina enfrenta un problema de fiebre aftosa y el Departamento de Agricultura tiene que garantizar que nuestra industria ganadera esté segura". La declaración encendió las críticas en el sector argentino: el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, sostuvo que la funcionaria "está mal informada", al remarcar que el país no registra problemas de aftosa desde hace décadas.