Dirigir los sueños es un privilegio de pocos, aunque una investigación asegura que puede lograrse con entrenamiento. La palabra del biólogo Diego Golombek
“Los sueños lúcidos se definen como aquellos en los cuales el soñador es consciente de que está soñando e incluso puede elegir hacia dónde dirigir su sueño, casi como en Elige tu propia aventura”, graficó a Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (101.9), Diego Golombek, director del Laboratorio de Cronobiología (el estudio de los ritmos biológicos) de la Universidad Nacional de Quilmes. Y agregó que “la proporción de personas capaces de experimentarlos es del 3% al 5% como mucho”.
Ese estado mental en que algunos logran controlar parte de los sueños “se puede generar si en el momento hipnagógico, la duermevela entre la vigilia y el sueño, ponemos una palabra que se repita, una frase, algo que genere una imagen”, agrega. Un artículo de la revista Wired propone un entrenamiento de cuatro pasos para alcanzarlo.
1. Armar un archivo de sueños. Justo antes de dormir, hacer foco en lo que queremos retener. Al despertarse, anotar todo. Seguir esa rutina ayuda a recordar cada vez más.
2. Identificar patrones. Buscar, como recomienda el biólogo, lo que aparece en forma insistente: personas, objetos, escenas. Reconocerlos permite enfocar la memoria.
3. Entender la dinámica. Algunos elementos del sueño nos resultan extraños de día, pero no los cuestionamos de noche, cuando se “calma” la parte lógica del cerebro. La propuesta es reconocerlos para después usarlos a nuestro favor.
4. Despertar y volver a dormir. Se trata de madrugar, escribir el reporte de sueños y volver a la cama. Eso ayuda a clarificar objetivos y, según los expertos consultados por la publicación estadounidense, es una táctica casi infalible para alcanzar el sueño lúcido.
“Aun con entrenamiento, es muy difícil lograrlo”, advierte Golombek. Pero el intento vale la pena, ya que “parece ser muy placentero”. Aunque sea, solo para experimentar un rato con la mente.