Los demógrafos están cada vez más convencidos: los niños y niñas que hoy tienen cinco años podrán vivir hasta los cien, edad que, para 2050, será probablemente la norma en los países más ricos. Naciones Unidas traza una línea ascendente que fundamenta la idea. La expectativa de vida global eran 46 años en 1950, es de 73 hoy, tras el derrumbe momentáneo por la pandemia, y será de 77 a mediados de siglo.

Más allá del desafío para las familias y los sistemas de seguridad social, es una buena noticia: además de vivir más, debería vivirse mejor. Habrá ortodoncias impresas en 3D, dispositivos de diagnóstico portátiles para monitorear la salud en tiempo real y, para los ancianos, exoesqueletos biónicos que alivien los músculos, adelanta National Geographic.

No sólo se trata de avances tecnológicos. Para la psicóloga de Stanford Laura Carstensen, “tenemos una oportunidad increíble de rediseñar nuestras vidas”. El modelo lineal de los 20 años de educación, 45 de trabajo y el resto de jubilación ya no responde a las mismas realidades que antes. La vida de las próximas generaciones será fluida, con múltiples etapas: más años para jugar; educación y formación continuas; trabajos más extendidos pero con pausas para viajar o hacer voluntariado; una vejez demorada, “para la mayoría de los niños de cinco años de hoy, tener 82 va a ser como tener 60 hoy”, dice la gerontóloga Sarah Harper.

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Salud y nutrición

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Los expertos destacan una verdad que persistirá. Aunque surjan tratamientos contra enfermedades hoy intratables, la clave para los mayores del futuro seguirá estando en decisiones cotidianas como comer bien, ejercitarse regularmente, no fumar y no beber demasiado. “La vida de los 100 años no se trata de esforzarse por mantenerse joven por más tiempo, sino de estar lo suficientemente saludable para resguardar un sentido del propósito, ya sea en el lugar de trabajo, la familia o la comunidad”, plantea el artículo.

El mensaje es claro: desacelerar, priorizar la salud y pasar más tiempo con la gente que importa.