La inminente "muerte" de los robots fue informada por los propios dispositivos. Los Jibo dieron las gracias a sus dueños por el tiempo que habían pasado juntos y llevaron a cabo su último baile.

Los desarrolladores de Jibo contaban con la ambición de que fuera "el primer robot familiar del mundo" y tenía una avanzada tecnología de reconocimiento facial y de voz. Para eso, habían hecho la recaudación de casi 3,7 millones de dólares por medio de una plataforma de "crowdfunding" en 2014. Los creadores tomaron como inspiración el robot WALL-E, del filme de animación de Pixar. Los dispositivos sabían bailar, leer noticias y contestar peticiones y órdenes simples.

Aunque los compradores recibieron a sus Jibo recién en 2017. Para ese tiempo los robots ya "perdían" ante los asistentes de voz modernos. Como consecuencia, en diciembre de ese año Jibo Inc. realizó una venta de sus activos a una firma de inversión.

Un periodista de nombre Dylan Martin publicó un video de su Jibo en Twitter.

"Tal vez algún día, cuando los robots estén mucho más avanzados que hoy, y todos los tengan en sus hogares, puedas decirle al tuyo que dije hola", mencionó el robot.

Los robots seguirán realizando algunas de sus funciones, que pueden habilitarse usando los botones táctiles. Pero la desconexión de los servidores en realidad representa la "muerte" de Jibo: contestarán a los comandos de voz, pero no comprenderán nada.

Los encargados del proyecto Jibo no han hecho ninguna actualización en su perfil de Twitter desde julio de 2018 y compartieron por última vez en su página de Facebook, donde cuenta con 98 mil seguidores, en mayo del año anterior. Tampoco existe ninguna declaración en su página web.