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La restauración del Museo Fader entró en su etapa final

Concluida la primera etapa de refuerzo estructural de la casona, el segundo tramo de obra concentrado en el museo jardín y en la recomposición de muros y murales, está llegando a su fin.

Miercoles, 23 de Octubre de 2019
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El emblemático museo, Emiliano Guiñazú-Casa de Fader, después de un largo proceso de restructuración y puesta en valor de toda su estructura, reabrirá sus puertas al público antes de fin de año.

"Estamos colocando los pisos interiores y en algunos sectores de las galerías exteriores y también trabajamos en el basamento de fachadas y rampas. Falta concluir la colocación de los cielos rasos, que estimamos comenzará en estas semanas", detallaron desde la inspección técnica de la obra.

El primer tramo de la obra está terminado. Consistió en la submuración de la casa para reforzar la estructura y evitar el debilitamiento de las áreas intervenidas. La segunda etapa, que alcanzó el 85% de su ejecución,  consiste en la restauración y puesta en valor de los componentes arquitectónicos y artísticos de la casa histórica, la puesta en valor de su museo jardín y la remodelación del sector frontal de acceso.

La Secretaría de Cultura lleva adelante el proceso de restauración de murales y pinturas decorativas, mientras que Infraestructura realiza el revestimiento fino y grueso de los muros, el rearmado de pisos y carpintería y las instalaciones eléctricas, sanitarias y de climatización.

Historia de la institución y el edificio


El 31 de mayo de 1927, por Decreto 423, el gobierno de Alejandro Orfila creó el Museo Provincial de Bellas Artes, que se constituyó en institución modelo y sustento para la conformación y afianzamiento del espacio artístico de Mendoza. Nació como un centro de atracción popular y universal en materia de arte, reuniendo a la vez en él obras regionales, americanas y extranjeras, antiguas y modernas.

Se ubicaba en el Parque General San Martín y se inscribió en un contexto museográfico que en su época apeló a modernas concepciones de museo, con influencia de la pedagogía estadounidense y con una definida función social.

La sede actual tiene su origen en 1889, cuando comenzó su construcción como vivienda y finalizó en 1892. Después, Emiliano Guiñazú compró la propiedad de más de 120 hectáreas, ubicada en Mayor Drummond, con una casona de tipología rural que él mismo modificó y le otorgó un aspecto más residencial, acorde con las casas utilizadas por las familias burguesas de la época.

Se incorporaron las actuales carpinterías, se adquirieron las columnas metálicas de la galería, se decoraron los muros de los locales interiores con símil de diversos materiales y motivos ornamentales, se construyó la sala de la pileta interior con mosaicos venecianos y la reja del cierre frontal.

Fernando Fader pintó los murales mientras habitó la casona, entre 1907 y 1914, ya que contrajo matrimonio con Adela Guiñazú, hija de Emiliano. En 1940, Narcisa Araujo, viuda de Emiliano Guiñazú, donó la antigua casona a la Provincia, con el propósito de convertirla en museo. La casona perteneciente a la familia Guiñazú tenía la tipología propia de la burguesía de la época, con características de caserón suburbano.

El 15 de abril de 1945 se creó el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú y se inauguró en 1951 en ese edificio. El nuevo museo sigue las ideas museográficas del profesor Julio Suárez Marzal, reconocido pintor y primer director, que llevó a cabo el proyecto de remodelación de la casa original y su entorno.

Uno de sus mayores aportes fue la creación del "museo jardín", con la incorporación del verde en los recorridos museográficos a través de un trazado al estilo francés que incorporaba salas de exposición al aire libre. Esta renovación incorporó el concepto de museo parque y de museo didáctico.