La Corte Suprema de ese país dio luz verde, y seis horas después se le aplicó la inyección letal a un detenido que estaba preso por haber asesinado a tres personas.
En medio de una pelea judicial que mantuvo en vilo a Estados Unidos hasta el último día, la Corte Suprema autorizó hoy la primera ejecución federal en ese país en 17 años.
De ese modo, Daniel Lewis Lee, condenado a pena de muerte por tres asesinatos cometidos en Arkansas durante los 90, recibió la inyección letal en la cárcel de Terre Haute, Indiana.
La muerte de Lee, de 47 años, se concretó tan sólo seis horas después de que el máximo Tribunal aprobó el programa federal de ejecuciones, postergado desde 2003, tras la muerte de Louis Jones, y reactivado por el presidente, Donald Trump, en diciembre del año pasado.
Ayer, tras la decisión judicial de avanzar con la ejecución de Lee amparados en la nueva directiva de la Casa Blanca, una jueza federal trató de detener la orden. Fueron horas de mucha tensión y expectativas, pero finalmente hoy la Corte Suprema de ese país revocó su decisión, con cinco votos contra cuatro.
Lee fue ejecutado esta mañana pese a las objeciones de los familiares de las víctimas, y se convirtió en el cuarto ejecutado tras restablecerse la pena de muerte federal en 1988, durante el Gobierno de Ronald Reagan.
Lee fue acusado de asesinar en 1996 a tres miembros de una familia de Arkansas, Willian Mueller, traficante de armas, su esposa Nancy y su hija de ocho años, durante un robo.
Pero no fue arrestado después de los asesinatos, sino un año más tarde, junto a Chevie Kehoe, quien lo había reclutado en 1995 para sumarse a la organización supremacista República de los Pueblos Arios.
Ambos recibieron la pena de muerte por el robo y homicidio que, según explicaron en el juicio en 1997, eran parte de un plan para financiar la creación de una "República del pueblo ario".
Earlene Peterson, la madre de Nancy, contó el año pasado que siempre estuvo en contra de la pena de muerte para los dos hombres que torturaron, mataron y tiraron en un lago a sus familiares.
Llegó incluso a pedirles a la Fiscalía y la corte que no los condenen a ser ejecutados en su nombre.
Pero tanto el juez de primera instancia como un tribunal de apelaciones confirmaron la sentencia, que solo quedó en suspenso por el limbo legal en el que quedó el programa de ejecuciones federales hasta finales del año pasado.
La polémica generada en torno a la ejecución de Lee y de otras dos que se realizarán esta semana podrían abrir un nuevo frente de debate sobre la tan demandada reforma penal, especialmente en medio de la campaña electoral y con el clima ya caldeado por las protestas antirracistas de los últimos meses.
"Es vergonzoso que el Gobierno considere apropiado llevar a cabo esta ejecución durante una pandemia. Y es más que vergonzoso que el Gobierno haya concretado la ejecución con tanta rapidez", manifestó una de las abogadas de Lee.
La última ejecución federal en Estados Unidos se había producido en 2003, durante el primer Gobierno de George Bush (h).
Pese a que el programa de ejecuciones federales fue postergado, los tribunales continuaron emitiendo condenas de pena de muerte porque, sostienen, la figura sigue en el Código Penal.
En 2014, tras una ejecución fallida en Oklahoma, el entonces presidente Barack Obama ordenó una revisión de la pena de muerte, lo que resultó en algunas modificaciones sobre los métodos, pero no sobre la sentencia en si misma, ya que eso requeriría una reforma penal aprobada por el Congreso.
Actualmente se utilizan inyecciones letales, un procedimiento similar al de varios estados como Georgia, Missouri y Texas.