"Los números oficiales, pero puede ser que sea más grande esa cifra, pero hoy infelizmente llegamos a in millón y casi 50 mil muertos", informó al canal C5N Maísa Capobiango, periodista de O Globo en Río de Janeiro, uno de los estados más golpeados por la pandemia junto a San Pablo.

"En Argentina la gente desde el comienzo de la pandemia comprendió que tenía que quedarse en casa, que la vida no puede seguir normal cuando tanta gente está muriendo todos los días. En Brasil las cosas por mucho tiempo siguieron como si nada eestuviera pasando", sopesó Capobiango acerca de la respuesta del público a la amenaza del coronavirus, que fue declarado pandemia en marzo.

La periodista, que vive hace 11 años en Río de Janeiro, contó la experiencia de su familia en la localidad de Minas Gerais, en el estado homónimo, donde "hasta la última semana todo estaba normal" y recién comenzaron las precausiones ante la aparición del primer caso de Covid-19.

Las autoridades de cada estado de Brasil quedaron libradas a su suerte dada la insistencia del presidente Jair Bolsonaro de no decretar un aislamiento estricto. En general ninguna cuarentena fue obligatoria ni sirvió para prevenir el colapso del sistema de salud.

El público, explicó Capobiango, se abstuvo de aislarse "en cuanto no tenga una punición, una multa si se está en la calle o si no estás con alguien muy cercano".

Debido a la extensión del terrotorio brasileño el país transita varias curvas de contagios de Covid-19: "en el sudeste, que está San Pablo, Río, Minas Gerais, Espíritu Santo, la curva está en estabilización desde el 16 de junio. Centroeste, donde está Brasilia y Mato Groso, ahora está empezando a subir", explicó la periodista.

Mientras San Pablo sigue paralizada por el coronavirus, en Río de Janeiro ya sueñan con el Maracaná en funcionamiento a pesar de que tiene un hospital de campaña montado al lado. "Lo que el Gobierno está diciendo es que la gente pasa por otra puerta, que las medidas que están tomando son muy rigurosas", aseguró Capobiango.