El candidato del Partido Social Liberal ganó en la segunda vuelta con el 55,5% de los votos. Su oponente del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, obtuvo el 44,5%.
El líder ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL) , Jair Bolsonaro, se convirtió en el nuevo presidente de Brasil. En la segunda vuelta de las elecciones, el candidato del PSL ganó con el 55,5% de los votos ante su oponente del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, el delfín de Luiz Inácio Lula da Silva, que obtuvo el 44,5%.
Después de una campaña presidencial teñida por la violencia y la polarización, el polémica candidato de la derecha brasileña logró sacarle 12 puntos al reemplazante del expresidente preso por corrupción, con un resultado similar al previsto por los sondeos.
En medio de fuertes medidas de seguridad en Río de Janeiro, el ultraderechista votó a en un centro en Villa Militar, escoltado por una caravana de policías y evitó hablar con la prensa.
Favorito en las encuestas, Bolsonaro se había posicionado entre los favoritos durante la última etapa de la campaña. Sin embargo, para muchos analistas el exmilitar es un peligro para la democracia brasileña, por su ferviente defensa de la dictadura (1964-1985); sus comentarios machistas; y sus declaraciones en contra de los ciudadanos negros y homosexuales.
Entre sus frases más polémicas, el líder derechista aseguró durante la campaña que si llegaba a ganar las elecciones, iba a "barrer del mapa" a todos los "rojos" -expresión usada por los militares durante las dictaduras de los años setenta para referirse a la izquierda- y advirtió a los militantes del PT que no habrá más lugares para ellos en el país y que deberían "adaptarse" o elegir entre la cárcel y el exilio.
Reducir la deuda pública un 20% a través de la privatización o concesión de empresas y propiedades públicas.
Crear un sistema de jubilaciones por capitalización.
Reducir la cantidad de ministerios y crear un superministerio de Economía, que incluya Hacienda, Planificación, Industria y Comercio Exterior, que sería conducido por el ultraliberal Paulo Guedes.
Redistribuir la carga tributaria para que los que pagan mucho, paguen menos; y los que evaden y ocultan, paguen más.
Flexibilizar la legislación sobre la portación de armas: las armas son instrumentos, objetos inertes, que pueden usarse para matar o para salvar vidas, dependiendo de quién las maneje.
Bajar la edad de imputabilidad penal a 16 años.
Dejaremos de encomiar a dictaduras asesinas y de atacar a democracias importantes como las de Estados Unidos, Israel e Italia.