Se espera en la Argentina para poder completar la vacunación contra el Covid-19 a una gran cantidad de personas que ya recibieron la primera dosis. La demora genera preocupación. Hasta el momento recibieron las dos dosis de esta vacuna. Dos de cada 10 inmunizados.
Las posibilidades de conseguir a tiempo el segundo componente de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus se van dilatando.
Las dudas comenzaron a crearse hace 50 días en Rusia, cuando ese país aprobó la eufemísticamente llamada Sputnik Light. Es la mitad de la vacuna original, aunque su efectividad -según los datos publicados- es del 79 por ciento. Con el esquema completo, la efectividad sube al 92.
Sin embargo, la extinción del componente 2 comenzó antes, casi desde el momento mismo de su nacimiento. Una cosa fue el ensayo de la vacuna. Otra, tener que producirla en cantidad para inocular a los rusos y, también, a los habitantes de otros 67 países que la fueron aprobando este año, en los que viven 3.500 millones de personas.
Mientras Rusia promocionó la vacuna por el mundo, pronto comenzaron los desfases en la fabricación de los componentes 1 y 2. Una pregunta hasta ahora no respondida es si Argentina sabía, desde el mismo momento en que firmó un contrato por 200 millones de dólares, que este problema existía.
La clave se puede rastrear en el día que Rusia anunció el comienzo de los ensayos con la Sputnik Light. Fue el 11 de enero pasado, hace 164 días. A nuestro país apenas habían arribado 300 mil dosis del primer componente y faltaba casi una semana para que llegaran las primeras 300 mil dosis del segundo. Hoy, el total acumulado de segundos componentes en Argentina no llega a los 2 millones.
Los argentinos se empezaron a dar cuenta de estos inconvenientes cuando, cada vez más, quedaron en evidencia los desfasajes entre los arribos de esas primeras y segundas dosis. Hasta hoy, apenas una “élite” pudo ser vacunada con el esquema completo de la vacuna rusa: 2 de cada 10 inmunizados.
Este miércoles, el gobierno de Rusia explicó abiertamente y sin tapujos que las segundas dosis no estaban disponibles para el mercado externo porque la prioridad es la demanda interna de ese país. O sea, repitieron lo que ya habían dicho hacía seis meses. Pero en ese momento era una música que nadie parecía escuchar.
Dicha cuestión, agregada a que la fabricación del segundo componente resulta mucho más lenta y delicada que la del primero (producto de la inestabilidad que presenta la materia prima del adenovirus replicante 5), dio como resultado este enorme déficit que hoy tiene como rehenes a millones de argentinos.
Rusia dice, en resumidas cuentas, que no hay segundas dosis para todos porque las pocas que consigue producir van para los rusos, algo que en principio suena bastante razonable. La salvedad es que Rusia le vendió a nuestro país ambas dosis.
La realidad es que Rusia, dicho por el propio gobierno de ese país, creó la Sputnik Light para comercializar su vacuna en el exterior, ante las dificultades de escalar la producción del segundo componente. Entonces, lo que decidió ofrecer es ni más ni menos que el primer componente: por lógica, de una efectividad menor que el esquema completo.
El problema es que Argentina firmó su contrato con el Centro Gamaleya antes de que existiera la Sputnik Light. Y allí se dejó por escrito que de las 20 millones de dosis compradas -a 10 dólares cada una-, la mitad debía corresponder al primer componente y la otra mitad, al segundo.
Si Rusia sigue mandando componentes 1 en los vuelos que se programen para las próximas semanas, ese contrato pronto quedaría alterado: faltan sólo 2,4 millones de dosis para completar los 10 millones de primeras dosis. El resto debería consistir en segundas.
La Sputnik Light todavía no está aprobada en la Argentina. Es decir que, sanitariamente hablando, los 6 millones de ciudadanos que no recibieron la segunda dosis de la vacuna rusa no estarían satisfactoriamente vacunados.
Vizzotti sigue afirmando, ante cada micrófono que le ponen delante, que todos los argentinos recibirán el esquema completo de las vacunas. El matiz es que si la Sputnik Light se aprobara finalmente en nuestro país, el nuevo esquema completo de la vacuna rusa pasaría a ser sólo el primer componente. Y pese a la desprolijidad del caso, nadie podría afirmar lo contrario.
En la polémica por la falta de segundas dosis de la Sputnik V también participó en las últimas horas el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Equiparó el primer componente de la vacuna rusa con la unidosis de Johnson & Johnson. En rigor, una dosis de Sputnik brinda teóricamente más protección que la estadounidense. Pero ni la Sputnik Light ni la de J&J están aprobadas en el país.
Fuente: Diario Clarin
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