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México: poblados en torno al volcán Popocatépetl se mantienen vigilantes ante su creciente actividad

La actividad del macizo provocó que se suspendieran temporalmente los vuelos en los dos aeropuertos de la capital mexicana durante el fin de semana porque las nubes de cenizas restan visibilidad a los aviones.

Martes, 23 de Mayo de 2023
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A las orillas de este poblado, uno de los más cercanos al volcán Popocatépetl y lejos del ajetreo del tráfico, se sentían el lunes estruendos ocasionales procedentes de la montaña, como el rugir de un motor.

Como el nombre del pueblo -Zalitzintla, que significa en nahuatl “lugar de arenilla”- una finísima capa de cenizas caía sobre el lugar, como si fuera una bruma que reducía ligeramente la visibilidad mientras se acumulaba en los parabrisas de los vehículos y en la piel de los residentes.

La actividad en el volcán de 5.425 metros de altura, situado a unos 70 kilómetros al sureste de Ciudad de México y conocido como “El Popo”, se incrementó durante la última semana, arrojando sobre todo grandes columnas de ceniza pero también gases y material incandescente que obligó al gobierno a que aumentara el domingo el nivel de alerta y se cerraran escuelas en decenas de municipios de tres estados.

“De noche se escucha más”, dijo Violeta Fuentes, de 39 años, quien vive con su esposo y sus hijos de 9 y 12 años a las afueras de Santiago Xalitzintla. Es también el momento en que pueden ver el resplandor del cráter. “Anoche fueron varias veces, de momento se apagaba y luego volvía a prender”.

Fuentes reconoció que está un tanto inquieta “porque se ve que (el volcán) ya no quiere estar bien”. A la familia, como a muchos de sus vecinos, le preocupa el impacto que pueda tener la caída de cenizas en sus cosechas. El maíz en la parcela de su suegro, ubicada del otro lado de la calle, ya tenía una leve capa de ceniza y algunos campesinos temían también que los animales enfermaran con los restos que se depositan en el pasto.

El lunes, autoridades a nivel local, estatal y federal llevaron a cabo simulacros ante la posibilidad de evacuaciones y preparaban refugios mientras el ejército revisaba que estuvieran las rutas abiertas y mantenía a más de 6.500 efectivos en alerta ante cualquier emergencia.

Pero todos estos preparativos, no son nada nuevo para muchos de los residentes del lugar que viven a las faldas del Popo, como todos los mexicanos llaman al volcán.

“No nos da miedo”, indicó Job Amalco, un conductor que veía todo el ir y venir de miembros de protección civil como algo normal. “Somos espectadores de lo que nos da la naturaleza”, declaró orgulloso.