Una investigación, basada en las tasas de mortalidad de más de tres siglos, demuestra una variante de la ley de mortalidad de Gompertz.
Un estudio publicado este 29 de marzo, en PLoS ONE, de los investigadores David McCarthyI y Po-Lin Wang, del Terry College of Business de la Universidad de Georgia y del Muma College of Business Universidad del Sur de Florida; apunta a que “la duración máxima de la vida humana no es fija".
Hasta el momento, el récord de longevidad se lo llevó Jeanne Calment, francesa que murió en 1977 a la edad de 122 años y 164 días. Actualmente, la persona viva más anciana es la española María Branyas y tiene 116 años. Según la investigación, la esperanzada de vida humana podrá superar el récord actual de 122 años y llegar a los 150.
"Descubrimos que se ajusta extremadamente bien a los datos de mortalidad de cohorte. Utilizando esta ley, identificamos la edad más joven a la que los individuos de cada cohorte alcanzan una meseta de mortalidad supuesta, a la que llamamos Edad Máxima Gompertziana (GMA). Encontramos que, durante gran parte del período cubierto por nuestros datos, no hubo aumento en la GMA. Por lo tanto, las mejoras históricas en la esperanza de vida fueron en gran medida el resultado de la compresión de la mortalidad", explica.
La ley de Gompertz asume que cada individuo presenta una resistencia a las enfermedades, que irá decreciendo en función del aumento de la edad. Es decir, la mortalidad aumenta con el mero pasar del tiempo (edad) y de manera constante.
Sobre la estimación matemática que hizo Gompertz se sumó las teorías de Mekaham, quien enunció “dos leyes de supervivencia”. Una que considera la tasa instantánea de mortalidad y la otra una “constante arbitraria”. Es decir, la mortalidad accidental y que funciona, independiente de la edad.
El presente estudio viene a indicar que, sin embargo, la tasa de mortalidad calculada por Gompertz, la Edad Máxima Gompertziana, ha sufrido aumentos en ciertas épocas: "La presencia de estos episodios de aplazamiento de la mortalidad sugiere que, de hecho, la duración máxima de la vida humana no es fija".
Según el informe, los primeros registros ocurrieron en las personas nacidas en principios de la segunda mitad del siglo XIX y, otro, afectó a aquellos nacidos entre 1910 y 1950, "Descubrimos que las cohortes nacidas entre 1900 y 1950, aproximadamente, son aún demasiado jóvenes para batir récords de longevidad", dicen los investigadores.
David McCarthyI explicaba para la revista PLoS ONE que “a medida que estas cohortes alcancen edades avanzadas en las próximas décadas, los registros de longevidad podrían aumentar significativamente. Nuestros resultados confirman trabajos anteriores que sugerían que, si existe un límite máximo para la esperanza de vida humana, aún no nos estamos acercando a él".