Un hallazgo sorprendente ha capturado la atención de la comunidad científica esta semana. Utilizando el telescopio espacial TESS de la NASA, el astrofísico Stephen Kane, de la Universidad de Riverside, ha identificado un exoplaneta rocoso a solo 66 años luz de distancia de la Tierra.

Este mundo, denominado TOI-6713.01, es aproximadamente un 30% más grande que la Tierra y presenta características fascinantes. Posee una atmósfera y volcanes activos que arrojan ríos de lava sobre su superficie.

TOI-6713.1 completa una órbita alrededor de su estrella, una enana roja del sistema HD 104067, cada 55,9 días. Su proximidad al sol resulta en una intensa radiación que eleva su temperatura superficial a unos 2327 grados Celsius.

El descubrimiento de este exoplaneta se produjo mientras Kane investigaba el sistema HD 104067, donde ya se conocía la existencia de un planeta gigante. Al analizar datos sobre este objeto, se encontró con la presencia inesperada de otro mundo, brillante y ardiente.

Kane describe a TOI-6713.1 como un planeta rocoso, comparándolo con Io, una de las lunas de Júpiter, debido a su superficie cubierta en gran parte por lava. Explica que la actividad volcánica en este exoplaneta es el resultado de las fuerzas gravitatorias dentro de su sistema solar.

El siguiente paso para Kane es medir la masa de TOI-6713.1 y determinar su densidad, lo que proporcionaría información sobre la cantidad de material expulsado por los volcanes. Además, señala que los efectos de las mareas en los planetas, resultado de las fuerzas gravitatorias, no habían sido previamente destacados en la investigación de exoplanetas, sugiriendo que este descubrimiento podría cambiar esa perspectiva.

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El descubrimiento aún no fue oficializado. Está en una zona en disputa entre Argentina, Chile y Reino Unido. El Tratado Antártico no permite su explotación comercial.

TOI-6713.1 representa un valioso recurso para comprender la diversidad de los exoplanetas y los procesos que influyen en su formación. Además, podría ser objeto de futuros estudios para investigar su atmósfera en busca de posibles biofirmas, a pesar de su extrema temperatura, lo que hace poco probable la existencia de vida en él.