Quienes conviven con una mascota, sobre todo con un perro, suelen tener unos mejores hábitos de actividad física, si se compara con quien no tiene uno. En concreto, pasear al perro supone el 54% del nivel de actividad física diaria recomendada, así que todo suma.

Los perros son felices si realizan actividades al lado de su dueño. Y, además, el ejercicio en su justa medida es beneficioso tanto para ambos. El dueño se ve forzado a salir para sacarlo y, por tanto, a estar menor tiempo sentado. Como consecuencia, al reducir el tiempo relacionado con el sedentarismo, se disminuyen de igual manera los factores de riesgo de enfermedades asociadas a éste.

Es importante tener en cuenta sus características, ya que no todos están preparadas para el esfuerzo al que los podamos someter. En general, los de tamaño mediano son los que se adaptan mejor a la carrera ya que sus articulaciones y su peso les van a permitir seguir el ritmo. Si va sin correa hay que estar muy seguro de que no va a separarse de su dueño. En caso de que vaya con correa, si se lleva atado a la bicicleta el riesgo de caída o de que la correa se enrede existe, por lo que la compenetración debe ser máxima.

Si la correa es para salir a correr, existen accesorios especiales que mantiene a los dos “corredores” conectados. Se trata de un conjunto formado por un arnés para el perro, un cinturón para el dueño y lo que se conoce como “la línea de tiro” que es el material que une a ambos.

Sea cual sea el deporte que se elija practicar juntos fortalecerá el vínculo y permitirá pasar un buen rato. Para eso, hay que trabajar siempre en positivo con el animal y llevar algunas suculentas recompensas.

Canicross: consiste en correr junto al perro. Para ello, necesita un sistema de arnés que se pueda conectar el cinturón de su dueño y que tenga amortiguación. De esta manera el perro van unidos. El perro debe ir en cabeza por delante tuyo y nunca al revés. Debe tener una buena salud y que no se le fuerce a correr más de lo que en realidad puede. Es ideal para canes medios y grandes, que son los que más disfrutarán. Elegir la ruta es también relevante para evitar daños en las patas, almohadillas y articulaciones. No se recomiendan zonas con hielo, ni asfaltadas a pleno sol, ni que tengan mucha pendiente.

Agility: es un deporte con distintos niveles de dificultad, por lo que se debe encontrar el que mejor se adapte al animal, en función de su tamaño y agilidad. Consiste en un circuito de obstáculos que debe superar lo más rápido posible, guiado únicamente por la voz o señales de su dueño y cometiendo el menor número de fallos. Se pueden usar vallas, balancines, neumáticos, mesas, slalom, pasarelas y túneles rígidos, flexibles o ciegos. Estos tienen que estar homologados y ser aptos para su uso, ya que de lo contrario podría sufrir alguna lesión. Tiene unas normas bastante exhaustivas, así que quien esté interesado en practicarlo, es recomendable que eche antes un vistazo a su reglamento de competición.

Discdog o disco con el perro: consiste en lanzar un frisbee para que lo agarre antes de que toque el suelo. A medida que se avanza en su aprendizaje, se incorporan mayor número de frisbees, lanzamientos desde distintos ángulos, saltos por encima del guía, etc. Puede ayudar a calmar a perros muy hiperactivos.

Rally-o (deportes de obediencia): es adecuado para todas las edades del animal, incluidos los de edad avanzada. Se basa en la obediencia y tiene tres niveles:

– Iniciación: realiza los ejercicios con la correa para comprobar que entiende órdenes básicas como: “sentado”, “saltá”, “girá” o “quieto”.

– Avanzado: se realizan una serie de ejercicios que incluyen un salto. El perro va sin correa.

– Excelente: es el nivel más difícil. Incorpora al menos un salto y requiere de mayor precisión en la coordinación entre el animal y su guía